CUENTOS DEL MAR
CACHOS PARA ORIENTE
Debe
tener unos buenos miles de años eso de que cachos para oriente cuarto
creciente, en referencia a la luna y así está hoy, en creciente, el viento a
unos diez nudos fluctuantes más o menos dos, la noche oscura y ya no se ve el
faro, lo he dejado por popa y cansado, me pregunto ¿Qué hago yo aquí, qué intento probar?
Las nubes la han vuelto a tapar y no
veo más allá de mis narices y por precaución, uso la tecnología y la mar está clara de blancos para el momento, de forma que seguiré aprovechando al máximo el
exiguo viento en este rumbo marcando los cachos que van hacia el oriente y
amaneciendo, al sur este dependiendo de la posición…ya veremos.
En estas aguas bajas, llenas de
peligros, los más de setecientos cayos, islas y piedras, han pasado muchas
cosas interesantes, empezando por su nombre que era español, llamaban a este
territorio ‘’bajamar’’ y los lugareños, esclavos, luego franceses y después británicos
de toda laya, la tradujeron producto de la erosión del lenguaje, en una suerte
de anglicismo al que llaman ‘’Bahamas’’
De todos estos cayos, solo están habitados
veinticuatro, los demás quedan en nuestra imaginación, con los tesoros
enterrados del Capitán Bartolomeu Roberts a quien se le atribuyen mas de
quinientos ataques a barcos y esos son muchos muertos, muchos tesoros, mucho
saqueo. El Capitán Erwin Morgan quien era filibustero, Edward Tach, el temible "Barba Negra" y otros pillos que fueron de alguna forma, víctimas de sus propios
gobiernos quienes no le dieron más alternativa que saquear o morir, robar o
perecer de hambre y así surgió el rentable negocio de la piratería que como
mala noticia, continua, por algo llevo a bordo algún armamento que disuada con
eficacia.
Para los efectos de un país, el
haberse independizado en 1973, es algo reciente y se llaman desde esa época, ‘’Mancomunidad
de las Bahamas’’ y el viento ha subido a doce nudos, buena noticia, aunque
apenas estoy dando tres punto cinco, a este paso llegaré a Nassau de noche y no
me gusta mucho.
Fui a mi carta del ‘’Hidrographic
office’’ y tengo un pecio por proa, pero está a mas de veinticinco metros de
profundidad, no obstante, con un par de grados y por respeto a los muertos no
les pasaré por encima ni mermará mi velocidad. Recuerdo al buque insignia español
que se perdió aquí en Cat Island en un remolque bajo una tormenta, después de
haber peleado con vigor en aquella batalla naval del 3 de julio de 1898, bajo
el mando de un tipo que sabía que perdería, el Almirante Pascual Cervera.
El Infanta María Teresa, estuvo
perdido hasta 1999, cuando fueron hallados sus restos a quince metros de
profundidad. Si eres un marinero, aun podrás reconocer la cercha del
cabrestante, uno de sus mástiles con lo que queda de su cofa.
Un buen barco ese, de ciento once
metros de eslora y siete mil toneladas de acero, el Imperio Español se resintió
por la pérdida y prometió irritado, venganza, sin entender lo que al respecto escribió
el poeta griego Eurípides: ‘’Inútil irritarse contra las circunstancias, son
sordas a nuestras recriminaciones’’.
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