CUENTOS DEL
MAR
LA COSTA DE
LOS CORSARIOS
Ya
debe estar próxima, esa costa que observó la pupila de más de un corsario, de más
de un pirata, un filibustero y un bucanero, conceptos parecidos, pero no
iguales. A nadie importa, con llamarlos pillos, los tienes a todos juntos.
Tipos que ponían la vida a tres o cuatro dedos de la muerte, porque ese era el
grueso de la tabla del navío, así lo describía en su obra "Instrucción náutica",
Diego García de Palacios en 1587 y me temo que poco han cambiado las cosas. Me
temo también que, en el mar, que todo es tan cambiante como las mareas o la meteorología,
poco han cambiado las cosas y parece esto una dicotomía, pero no es cierto,
porque la única constante en la vida y en la mar, es el cambio y eso no ha
cambiado.
Buen
trabalenguas este, cuando aún no es medio día y no podría anotar que que es
producto de algún licor. El sol castigando junto con el calor y un viento
escala 2, apenas, y vuelvo a Don Diego García de Palacios y sus formalidades
medievales porque recuerdo con risas lo que se podía leer en ese viejísimo
documento como un largo subtitulo: Instrucción Náutica para el buen uso y
regimiento de las naos, su traça y gobierno conforme a la altura de México.
Por
supuesto refiriéndose a la latitud mejicana o al menos eso infiero yo, luego de
tanto protocolo real.
Eran
cercanas las diez de la mañana, hora de hacer la recta de sol, otra referencia
que trasladaría sobre las marcaciones que tomaré al Morgan Bluff, al
promontorio y seguramente el tedio me ha dado por fumar un cigarrillo, aunque
yo no fumo con regularidad y saqué esa ajada caja de Marlboro y un chisquero
que no se si funciona, en todo caso siempre tendré los fósforos con los que
prendo la cocina, pero es que el chisquero es marinero y no se apaga con la
brisa y me fui a la bañera, sextante y cronógrafo en mano y atenté contra mi
salud fumando, pero siempre es grato para la psiquis evocar la sociabilidad,
con el siempre recuerdo de algún cigarrillo. Ya tendré tiempo en tierra de
hablar y mucho, de beber, de investigar más y mejor, en el sitio de los
acontecimientos.
Con
frecuencia pienso y en silencio, porque sería susceptible de ser criticado
ferozmente, que tanto nosotros los marineros, como los barcos deberíamos
envejecer y terminar con la mejor de las dignidades en la mar, en vez de
permitir que nos desguacen en algún ancianato de mala muerte, porque todos lo
son de mala muerte, en cambio hay bares de buena vida, aunque a las esposas no
les guste.
Cuando
muere una persona que ha vivido con intensidad, se lleva consigo esa fotografía
de la primera vez que Rodrigo de Triana vio tierra americana, también se lleva
la expresión de júbilo de este y de aquel, se lleva el momento que casa con el
zarpe, lo más memorable ocurrido en la singladura, esa tormenta ESW que
describe mi Mariners Weather log, que reposa en la gaveta derecha y que
traduce Ola de tormenta extrema, porque todo hombre y más aún un marinero,
sufre con frecuencia de un ESW y si aún no lo cataloga como tal, puede estar
seguro que se encuentra esperándolo en el próximo cambio de rumbo.
Cuando
una persona muere, a menos que sea escritor y más aún, buen narrador, se lleva
consigo, esa costa de los corsarios que espero en mi barlovento para ver en
poco más de una hora.
Ya
lo dijo Walt Disney, mi querido lector: ‘’Hay mas tesoros en los libros que
en todo el botín de los piratas’’, espero que consigas tu tesoro y si es
con estas letras de mar, me daré por satisfecho.
www.juradogrupoeditorial.com
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