NAVEGANDO HACIA EL PONIENTE
Es
muy importante hacia donde navegas en la vida y es este título, el producto de
un viejo libro de páginas amarillas como el tiempo, que, con un lenguaje
medieval, describía la inmensa hazaña de Cristóbal Colón.
Todos
navegamos hacia el poniente, hacia la tarde que luego se convertirá en noche,
pero sin excepción, como lo hiciera Colón, al Almirante de la mar Océano,
dejamos una bitácora en la memoria de las personas cercanas que no siempre tienen
que ser los familiares. En el marcado caso de los escritores, tan solo por
ello, se paga este bendito oficio, porque yo también navego a toda vela hacia
del poniente de mi vida y he logrado dejar mi bitácora, por escrito y para uso
de los que vendrán.
El
viernes amaneciendo en Miami, me enteré de la desaparición física de mi
admirado amigo y colega escritor Carlos Alberto Montaner y nos despedimos aquí en
Miami, cuando nos dejó saber que se iba a Madrid a bien morir y hoy fui a mi
biblioteca, con el pozo de la inspiración un poco vacío y ausente, tomé un par
de obras autografiadas de su puno y letra, con cariño para nosotros y el rumbo se
ha acomodado hacia el oeste, hacia el poniente que a todos nos alcanzará.
Un peldaño
más arriba estaba la bella novela ‘’Abril nace en Enero’’ de mi fallecido amigo
Armando Caicedo y volví a leer la dedicatoria: ‘’Con afecto y admiración para
Bernardo y Doris Jurado, de su compañero de armas’’
Carlos
Alberto, por su parte, me dedicó su novela ‘’Otra vez adiós’’ escribiendo en el
frontispicio: ‘’Para Doris y para Bernardo, con profundo cariño’’ y en ‘’Tiempo
de canallas’’, lo siguiente: ‘’Para Doris y para Bernardo, esta historia de la
guerra fría, reciban mi abrazo’’
Escritores
contemporáneos con los que compartí y en esta clasificación incluyo a mi padre,
quien también me dedicó cada una de sus cincuenta y nueve obras, qué delicia,
que privilegio, que sustancia de vida, que agradecido soy, de conocer a los
padres de los protagonistas de las vidas de sus espías y truhanes, la vida de
los amantes, los curas, los militares, artistas y honorables, si, que
privilegio saber el nombre y sentirnos arropados por el cariño de esas mentes
maestras, llenas de la honestidad y la profundidad de los genios.
Mientras
yo navego hacia mi poniente solar, con el mismo rumbo oeste de Colón, mientras
navego hacia la tarde o la noche de mi vida biológica, dedico con amor mis
libros a mis lectores siempre amables, que alguna vez, manoseándolos, me
recordarán, como ahora, recuerdo a Carlos Alberto Montaner, con quien hice televisión,
con quien conversé de literatura y con quien me desternillé de la risa, ante su
genial humor.
Me
temo que, ante esta evidencia, los escritores nunca mueren, porque al pasar mi
mano por sus letras, les recuerdo, les admiro y me rio sabiendo que mi hora también
indefectiblemente llegará, mientras firmo mis libros, con cierto sentido de
inmortalidad.
juradopublishing@yahoo.com
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