CUANDO A LA TRISTEZA SE LE OCURRA
A
todos nos pasa, nos asalta en la calle oscura de la indecisión y el cansancio
de seguir, porque el seguir requiere de un paso tras otro, requiere movimiento,
pero la tristeza es estática como el miedo. Es una buena oportunidad esta,
cuando a la tristeza se le ocurre venir, regresar, recordarte que puede estar allí,
así tu rías y te burles, complazcas y consientas, ella está allí y con
frecuencia no es tuya, pero de alguna forma la adoptas como un bostezo,
contagioso y ella, la tristeza también niega el contagio de la risa, porque es lúgubre
y gris.
No
entiende de buen humor ni de gentilezas, es endémica y casi nada la cura, solo
debemos dejarla pasar a ella o a la persona que la sufre, pero eso cansa, cansa
mucho el esfuerzo de ahuyentarla y azorarla, invitarla a abandonar su maléfico trabajo.
Como
yo la conozco, cuando siento su fétido aroma, me alejo, sobre todo me alejo de
mis amores, para que venga directo a mi y no a ellos, pero la pregunta me
asalta: ¿y cuando la tristeza se les acerca a ellos?, pues me alejo igual,
porque no me pertenece y la experiencia me ha enseñado a golpe y porrazo, que
nada puedo hacer. Puedo hacer una cena de pastas
varias y un Merlot y nada causará gracias ni gratas conversaciones, nada.
Cuando
a la tristeza se le ocurre venir, he aprendido a guardar silencio, el de los
sabios y dejar que ocurran las mas terribles cosas que luego no son tan
terribles, lo era vivir con esa persona, porque cada día sale el sol y cada día
tendrá usted a alguien que piensa que se ha ganado la lotería con su persona,
por eso y por más, la tristeza no es tan mala, porque siempre estoy contento.
Puedo ayudar a consolar a algunos, puedo ofrecer mi hombro para que lloren, puedo
llevar flores al cementerio, puedo hacer un chiste sin risas, puedo hacer
regalos suntuosos y también puedo ofrecer mi fidelidad, mi amistad, mi compañía
y nada de eso tendrá resultado alguno hasta que pase el temporal de cuando a la
tristeza se le ocurra venir, pasar y alejarse y vivimos haciéndole caso como si
la vida fuera eterna, como si nos quedara mucho tiempo, como si nunca
lloraremos cuando llegue la tarde, el ocaso, la noche.
No
estoy triste, créanme, solo se bien, por experiencia, cuando a la tristeza se
le ocurre venir, porque el tiempo pasa y ella no tiene sentido alguno, solo su
indefendible trabajo de joder lo luminoso de la vida que me pertenece y te pertenece.
Llora
y llorarás solo, o tal vez acompañado de la indeseable tristeza, pero ríe
como hago yo, y ¿sabes que?, el mundo reirá contigo, porque siempre habrá un
motivo para reír, amar, respirar y sobre todo agradecer.
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