UN HOMBRE
ROTO
Fue
a Pamplona a buscar historias y consiguió aventura, emoción y riesgo en los
toros. La muerte o la búsqueda de ella siempre estuvo presente y vivió con lo
que pudiera definir como un sentido trágico, asumiendo que una muerte violenta
es simple pero con sentido monumental y allí en los toros consiguió esa
metáfora vital.
Tenía
un sentido proteico en todo lo que hacía y abandonó el Luteranismo para hacerse
católico en Italia, por considerar que su liturgia era mucho más solemne y
barroca. Ernesto Hemingway se hacía llamar Papa y le agregó esa “o” a su anglosajón
original para mimetizarse entre los San Fermines y fue un estrecho amigo y
cómplice del torero Cayetano Ordoñez del que podemos asumir fue el
coprotagonista de su obra “Fiesta” y antes de la guerra civil fue a la fiesta
de San Fermín en siete oportunidades hospedándose en la habitación 217 del
Hotel La Perla que era un cuarto apartado siempre para las primeras figuras del
toreo hasta que se hizo famoso y siempre la usaba por aquello de la buena
suerte, porque también era muy supersticioso y creo que nadie ha escrito esto
que ahora aseguro.
En
la terrible guerra civil se hospedaba en el hotel Florida, por allí en la Gran Vía
y al frente quedaba la telefónica desde donde mandaba sus mensajes al periódico
y produjo “Por quién doblan las campanas” que me he leído un par de veces buscando
en su psiquis. Regresó a España en 1953, rompiendo su promesa de nunca más ir
al haber visto las atrocidades, pero ya era famoso porque había ganado un
premio Pulitzer.
Ava
Gardner le visitó en Cuba, en la Finca El Vigía en Cojimar y de acuerdo a
Leonardo Padura, Hemingway, guardaba un revolver 38 envuelto en una pantaleta
negra de encajes de ella, en una gaveta en su habitación.
Respetaba
mucho al escritor Pio Baraja, pero este no a él, por esa fama de vida licenciosa
que le antecedía y le visitó en su cama
de enfermo y Pio al verle pregunto: ¿cono y que hace este aquí? Se asume que es
una de las pocas veces en que le brotó un exceso de humildad a Hemingway y le
dijo a Pio que era él quien era el merecedor del Nobel de
literatura.
Le
he leído con fruición y su vida más que sus letras me emocionan, sus amantes y
licores, su desparpajo y su mal carácter, su calidez y su tosquedad, su afición
por el mar y su barco de pesca de nombre Pilar y su amistad con el viejo Capitán
Gregorio Fuente que se supone es el protagonista del “Viejo y el mar “pero era
un hombre roto, en las postrimerías de la vida tenia manías persecutorias, su hígado
ya no aguantaba el desayuno con vodka, ni los Martini del almuerzo ni el ron de
la tarde, trastornos nerviosos también le atacaron y ese incómodo problema con
la córnea de un ojo, secuela fiel de su afición por el boxeo en sus mocedades.
En un mes se cumplen cinco décadas y media de su muerte por suicidio, si, fue
el 2 de Julio de 1961 y fue enterrado el siete, el día de San Fermín en aquella
latitud Ibérica que tanto quiso y le esperaban, tenía su habitación de hotel
apartada como siempre, la invitación a la corrida por parte de Ordoñez quien estrenaría
su ganadería ese día, pero estaba roto y nunca llegó, pero aun su huella se
siente en Pamplona, donde se enteró del premio Nobel y donde siempre consiguió
afectos, aventura, emoción y riesgo.
¡Ese
era Ernest Hemingway!
Excelente. Nos falto la parte de su vida en Cayo Hueso. Habra tiemo para otro escrito.
ReplyDeletePuede Usted leernos en "Hable con Hemingway",(en este mismo blog) donde se expone la visita a la casa de los Cayos Floridianos.
ReplyDeleteGenial .
ReplyDeleteHola Jr, sin novedad con mi salud, aprendi mucho de Ernest, lo unico que lei de èl fue el que mencionaste del Viejo y el mar...
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