LA
EXTENSIÓN DE LA IMAGINACIÓN
Mi
abuelo Pedro Roberto olía a Atkinsons, mi abuela a Jean Nate y recuerdo también
el olor de la camioneta ranchera Dodge de Mamá donde podíamos fácilmente montarnos
unos catorce adolescentes bien sudados, si, ciertamente olía a la jaula de un
gorila, pero era la mejor camioneta del mundo, era la que podía llevar también nuestras
bicicletas, juguetes, pelotas y sueños.
Con
el tiempo, Papá olía a la moda y yo me aprovechaba, porque usaba su agua de
colonia ya terminando el bachillerato, olía a millonario, olía a opulencia, a
éxito, así olía mi Papá. Mientras mis amigos olían a Pino Silvestre yo no,
otros olían a una colonia llamada 4711, la más famosa pero también la más cara
era Paco Rabanne. Eran los olores de las fiestas, todas esas colonias con el
sudor de los bailarines de “Fiebre del sábado por la noche” en los picoteos en
casa de Raitza. Yo esperaba a Gladys Night para acercarme a ella con el “Tren de medianoche a Georgia “
Los
olores son importantes para la imaginación y por ello recuerdo en aquel
ascensor a una respetable señora de unos sesenta años que se montó y yo tenía
cuarenta y cuatro y no pude dejar de decirle que: “Jean Paul Gaultier, en su
epidermis huele óptimo” y paso a tener una actitud de adolescente antes de
llegar a la planta baja.
Patrick
Suskind lo describió muy bien en “El perfume” y así podríamos seguir con más
olores como uno que me cautiva desde la infancia: ¡el olor de los libros! Y recuerdo
a “Papillón” de Henri Cherriere, aquella colección de las obras de Frederick Nietzsche
que teníamos en el estudio, “Los mejores discursos de Gaitán” y cientos de
otras obras escogidas, porque el estudio de Papá olía a la picadura de la pipa
con su colonia y hojas de higo.
Con
los años pasó a Kourus de Yves Saint Laurent, luego a Issey Miyake y yo también,
Polo, apareció por allí y esos olores siguen en mi mente porque logramos retenerlos
como las palabras y los pensamientos.
Hoy
me paré frente a mi biblioteca y me saludó el ejemplar original de uno de mis
libros y lo tomé; y de mi puno y letra estaba escrito algo que seguramente
verán mis hijos cuando yo muera, porque mis libros están rayados por mí, por
mis inquietudes y también huelen a mí. Dos cosas que conseguí, fíjense: “En
todos los tiempos y lugares, el mejor libro es el que ensene más y en menos
páginas” F. Nietzsche y otro pensamiento escrito en Junio del 2010: “Si la
herramienta es una extensión de la mano, los libros son una extensión de la imaginación”
de mi admirado Jorge Luis Borges.
En
algunos años podrán nuestros hijos y nietos recordar como huele el Socialismo
del siglo XXI, pero me temo que no lo recordarán con el amor de mis olores de
la infancia. Esto va a pasar, seguro estoy y tan solo quedará el mal olor.
Otros olores interesantes a recordar: El sollado de los aspirantes a cadetes y el uniforme usado de un tripulante de submarinos.
ReplyDeleteY una frase constante en la ENV: "nuevo, usted todavía huele a Paco Rabanne"
Excelente Bernardo, aproveche y me tome la foto luego del perfume
ReplyDeletehuele a perfume de mujer bonita
ReplyDeletehuele a perfume de mujer bonita
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