AGUA BAJO LA QUILLA
Si,
ha pasado bastante agua bajo la quilla en los últimos veinte años. Me he
retirado de la Marina un día como hoy primero de agosto en el 2003, también en
este día falleció mi abuelo Pedro Roberto Capecchi Specht en 1999 y todavía nuestra
amorosa relación me hace falta, pero a lo que vamos, que el efecto de Bernoulli
no deja de trabajar, sigue pasando agua bajo la quilla, hasta el último día de
la vida, aunque me temo que algunos ya han muerto estando vivos, porque han
dejado de leer, de reír, de viajar, en fin, de crecer, si, es esa la manera más
rápida de morir.
Podríamos,
como hace cualquier humano postmoderno, de orígenes latinos o ibéricos, griegos
o vikingos, pues, sacar las cuentas de todo el trabajo que ha pasado para llegar
aquí: cuando comía la mitad de una lata de caraotas y guardaba la otra mitad
para la cena, cuando andaba por estas calles en la desvencijada bicicleta bajo
la lluvia o cuando lloraba, por esta o aquella razón y todos tan ibéricos como
el llorón se compadecerán, pues, yo prefiero las historias de logros y obviar
las de dolor, porque ya pasaron y nada haré trayéndolas a mi mente o a la de
ustedes como si estas me hicieran más. A lo que voy, es ese cuento de que era
muy pobre y llegó a presidente, si, un cuento protervo y maligno, porque conocemos
al menos a dos de ellos, pero en estos veinte años han pasado muchas cosas
buenas, positivas, crecedoras y que me han hecho, espero, una mejor persona o
al menos una diferente.
Ya he
escrito sobre los libros que he leído, al mejor estilo de Borges y poco sobre
los libros que he escrito. Los primeros son para enorgullecerse y los segundos
se los dejo a ustedes.
Luego
de veinte años, luego de muchas cosas en términos personales, como empresario,
escritor, editor, la cuenta es positiva, pero no gratuita. El trabajo ha sido incesante
y el estudio también. Madrugadas hurgando en el conocimiento que desconozco,
buscando como hacerlo mas y mejor, han dado sus frutos y no se ha hecho solo,
me han acompañado un equipo del que me siento muy orgulloso, un equipo de
genios trabajadores incansables.
Luego
de veinte años, cuando hablo con mis fraternos colegas navales, al momento me
doy cuenta de estar hablando como si aun estuviésemos efectivos en la institución,
pero detengo inmediatamente la conversación siempre grata, pero del pasado.
Estimados
amigos y colegas, cumplo veinte años de retirado y aunque ese pasado fue
honorable, al menos para mí, nada nuevo tiene que traerme, que no sea el hurgar
en el sentimiento, como si ahora la vida fuera menos, es al contrario, el
futuro siempre promete, pero el presente, ese regalo de hoy y de ahora, el
presente, el regalo del vivir, me gusta más.
Para
todos ustedes, les informo que el tiempo seguirá pasando, el crecer es una opción
que les invito a tomar.
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