Y TE PEGO
EN LA “S”
Bien
lo decía Francisco Herrera Luque en su encantadora obra “La huella perenne”.
Miami
se ha llenado de eso, tenemos que vivir indefectiblemente con ese defecto, es
genético, incrustado a sangre y fuego en el ADN, desde creo que la tercera
oleada de los Caribes, Taínos ¿Qué se yo? Pero persiste aun y después de tanto tiempo
como una mancha, como una nube negra que se cierne con su lluvia, con su
tormenta, con su baja presión.
Herrera
Luque, asegura en su obra, que leí hace un par de décadas, que poseemos una
huella heredada que nos persigue y que obliga nuestra conducta, me refiero específicamente
a los venezolanos y a los cubanos.
Se
los explico mejor: en aquella reunión de cazadores, uno de ellos fue conminado
a contar de nuevo cuando aquel león en el África, herido ya como estaba, se escondió
detrás del mogote y al él aproximarse le saltó encima, perdió con el golpe su
arma y tan solo acudió a morderle en su espesa cabellera, allí, casi detrás del
cuello y en eso el camarero le pregunto: ¿le sirvo otro trago Doctor?
Al
entrar de nuevo a conversación, el valiente cazador había perdido la hilación de
la historia y como es de esperar preguntó a sus escuchas: ¿en dónde me quedé? Y
al unísono dijeron, en que ¡tenías los pelos en la boca! A lo que él con
verdaderos signos de admiración dijo ¡si ciertamente, que clase de hembra era
esa!
La
huella perenne de acuerdo a Herrera la llevamos todos y está constituida por
una triada explosiva…allí voy: “la habladera de tonterías del español, la
flojera del indio y la sumisión del negro” ¿Qué les parece?
Ayer
me reuní con un socio en el bar. La idea era ponernos al día y tomarnos un par
de tragos luego de una agresiva semana. Como siempre llegamos a las seis de la
tarde y el bar estaba sin mucha gente, como a mí me gusta y Mario el barman, me
sirvió un vasodilatador con hielo y soda. Saludamos a los amigos
consuetudinarios, conversamos sobre el tiempo que no nos veíamos y llegaron
esos tres. Eran venezolanos, altaneros, escandalosos. Mi socio, un colombiano
educado y amable se sintió inmediatamente incómodo. Había una suerte de
agresividad muy caraqueña en ellos.
Pidieron
a viva voz sus tragos y el bar los miraba expectantes, en silencio, cortaron
toda amabilidad, mientras seguían informándonos de sus super-aventuras en paracaídas,
en el golf, en el sky acuático frente a Key Biscaine y no podía faltar el
buceo, la pesca submarina en los cayos, donde el valiente compatriota nadaba
con los tiburones y como si de algo normal se tratara, las aletas le golpeaban
de lo cerca que los escualos le pasaban, hasta que yo le interrumpí cansado de
escuchar tanta mierda: ¿y las aletas te pegaron en la “S”? y el compatriota me
preguntó: no entiendo lo de la “S”
No
pude menos que responderle y cortar la ecotimia negativa del tonto echón. ¡EN
LA “S” DE SUPERMAN!
Jajajajaja.....BOSS, se fue de rata y le cortó la inspiración al bobo ese, que seguro es el que pagaba la cuenta de los oyentes....
ReplyDeletePero creo que cometió un error pues no era la S de Superman, sino la J de JUUUPERMANNN!!!... Toche ese, lo viera yo! nadando con un cazón de 60 cm de largo, a menos de 5 metros, y lo que prende es una turbina en el trasero para dejar el pelero!!!!....
Peor son ustedes, incorregibles en sus errores gramaticales. Se dice Zuperman. Entendieron.
ReplyDeletePD: cerré los ojos y vi la figura de los tres caraqueños hablando y gesticulando jejejejeje. Lamentablemente así somos. Jetones consuetudinarios.
De verdad que ese tipo a lo mejor no ha buceado en mar abierto jamás en su vida. Pero tienes tazón es la huella.
ReplyDeleteBueno se me fue un tazón realmente como siempre tienes razón
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