ENTRE
VIERNES SANTO Y DOMINGO DE PASCUA
Siempre
muy elegante, así estuviera vestido informalmente, le recuerdo en casa de mi
abuela Hilda, prudente, afable, cariñoso con todos, sencillo pero recio.
Esa
tarde portaba una chaqueta corta color beige y sus impecables zapatos me impresionaron
positivamente, nos saludamos con un beso, como lo hacemos los corsos y allí le
tendí la invitación a mi matrimonio.
Se
convirtió en una leyenda y dejo de ser Carlos Márquez Capecchi, para inmortalizarse
en personajes de hombría a toda prueba en más de sesenta años de tablas, de televisión,
de cine en obras de probada cuantía histórica, escénica e histriónica.
Carlos
falleció en sábado, entre viernes santo y domingo de resurrección y Caracas fue
su casa, después de abandonar Guanoco, donde llegaban los corsos buscando
futuro, mis parientes de Carúpano, Caripito, de Canchunchú, de Maturín, son
gente fina, europeos adaptados al escándalo oriental, que lo mismo comían un tarkarí
de chivo importado de la vecina Trinidad y Tobago, la empanada de cazón, que portaban una guayabera de hilo o
pantalones de gabardina británica.
Guanoco
es la cuna de Sofía, mi tía Sofía, la madre de Carlos Márquez y por supuesto de
mi abuelo Pedro Roberto Capecchi Specht, su hermano, a quien Carlos pedía la bendición
con veneración.
Carlos
Márquez Capecchi fue un hombre culto e inquieto intelectualmente, sumamente apacible
y considerado, admirado en los medios y casose con la legendaria actriz
argentina Juana Sujo. En 1954 fue protagonista de lo que asumo fue la primera
novela y llegó a ser el actor mejor pagado de la televisión venezolana, se
mimetizó en el personaje de Balbino Paiba por allá en 1971 en la inmortal obra “Doña
Bárbara” y así siguió deleitándonos con su reciedumbre y su inmensa capacidad. ¿Sabían
que también fue escritor y que se graduó de la universidad?
A
la muerte de su primera esposa, se casó nuevamente con nuestra muy querida
actriz Dolores Beltrán, quien murió en el 2014 y a quien llamábamos en casa
Lolita.
Yo
creo que Carlos fue un hombre sincero, macho a toda prueba, elegante sin par,
amable en toda circunstancia y sobre todo familiar, yo lo quise mucho, ¡yo lo
quiero mucho!
En
términos personales nada le hacía parecerse a su personaje Eleazar Meléndez de
la afamada telenovela “La Fiera”, pero su talento exponenciado, su práctica actoral
y su cultura, hicieron que ese personaje violento tuviese alma, esa misma alma
por la que pedimos quienes desde la segunda fila de la vida, esperamos nuestro
momento.
Carlos
querido, me informa la familia, que hace apenas dos meses hiciste tu más
reciente presentación en un monologo de unas dos horas y tan solo les digo a
mis amables lectores, que pueden imaginarse con sus noventa años de edad, la memorización
de ¿tantas letras y tantas frases?
El
actor británico Charles Chaplin, del que alguna vez hablamos, escribió algo que
coincide con este infausto momento: “El tiempo es el mejor autor, siempre
encuentra un final perfecto”
En
una entrevista Carlos Márquez Capecchi, llego a decir: “Quiero ser recordado
como un gran actor, como un hombre feminista y como alguien que siempre procuró
tener una conducta recta”, no tengas duda alguna querido primo, de que así
mismo será.
Muy bello texto Bernardo.
ReplyDeleteSimplemente, honor a quien honor merece...
ReplyDeleteMi pésame. QEPD.
ReplyDeleteMuy bellas tus palabras querido amigo. No lo conocí personalmente pero si pude admirar y disfrutar sus magistrales actuaciones. Sentido pésame.
ReplyDeleteHermoso relato y hermosas palabras, muestra de sentimientos profundos y espíritu diáfano. Mi sentido pésame mi estimado Bernardo y un fuerte abrazo.
ReplyDeletequienes tuvimos la casual oprtunidad de verlo actuando..asi lo recordaremso, reforzada la memoria por lo que has escrito, QDEP y fuerza a la familia para aceptar y superar este destino seguro para todoa los seres vivos...qdep...
ReplyDeleteMis condolencias, aunque, un poquito tarde. Acabo de leer el texto . Abrazo.
ReplyDeleteSaludos Jr, leido de nuevo y recoradado el actor, qdep, cuidate en esta semana mayor...que dios, tu padre y tu abuelo te bendigan y protejan siempre.
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