UN ACTO HIPNÓTICO
Estimado
lector, no ves ni lees las cosas como son, sino como tú eres. Me ha pasado no
solo en este espacio, sino con mis libros y hasta en mis conferencias y discursos,
que se me acerca alguna persona a preguntarme porque dije tal o cual cosa que
nunca dije y allí caigo en el hecho de que él o ella escuchó lo que quiso
escuchar, pero a lo que vamos, porque esto es viejo, no lo inventé yo y
probablemente no estoy a salvo y leo, veo y escucho lo que mi cerebro ordena,
de acuerdo con mis creencias, limitaciones, cultura, ecosistema donde me mueva.
Todo lo que experimentamos es fenomenológico, o sea, específico de nosotros mismos y podríamos hacernos preguntas para desarmar el acto hipnótico, cuando ella te diga que te ama: ¿me ama con respecto a qué? O como me ha ocurrido con esa moda absurda de algunas mujeres de hacerse quienes no son: "es que yo soy una madre soltera", como si eso fuese un postgrado y no aguantarías el desarme inteligente como, por ejemplo:
-¿Usted es madre soltera porque nunca se casó con el violador?
-¿Cuál violador?, yo no he sido violada.
-Entonces entiendo que el intercambio de fluidos fue
consensuado.
-Sí, por supuesto.
-¿Y por qué no se casó?
-Porque el muy pillo estaba casado con otra y yo tomé
a mi muchacho y me fui a Yaracuy y no supo nada más de nosotros hasta que cumplió
18 años.
Yo conocí
a esa persona, era la hermana de una ex mía, rezandera, iba a misa cada domingo,
pero todos los viernes iba a una bruja que le tiraba los caracoles, las cartas,
los sahumerios y acto seguido venía a contarme como sería mi futuro y que debería
hacer en mi relación con su hermana, con mi trabajo, mi vida y yo la escuchaba
estoico hasta que colmó mi paciencia y la boté de mi casa.
Su
hijo, un buen muchacho, me temo que no merece a esa madre loca y bruta, pero
todos los niños tienen el derecho de conocer a su padre y todos los padres no
solo tienen el deber de mantener a la desempleada, tienen el derecho de ver a
sus hijos, de quererlos, mimarlos, protegerlos y formarlos, pero cuando la
absurda los esconde y secuestra de un afecto imprescindible, sobretodo en el país
sin ley, no podemos esperar una sociedad potable.
La
semana pasada me volvió a pasar, una amiga me presentó a su hija ya mujer y
delante de ella me lo dijo como si se tratara de un acto hipnótico digno de
imitar: "yo soy una madre soltera, yo he sido papá y mamá", cosa que es una
mentira titánica y Doris me veía con ojos de súplica para que no la pateara y
yo veía a la joven y su cara de desagrado por el absurdo y como nada es casual,
ella, la bruja, recibió una llamada del padre de la joven que con evidencia la
descolocó y ella dijo: "el padre de mi hija, al fin se digna a llamar" a lo
que la joven replicó: "yo hablé ayer con él" y el hechizo, la mentira, se
desmoronó, sin dejar de odiar.
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