LA MUERTE DE MARÍA KODAMA
Para
aquellos que conocemos a Borges, sus letras, su humor, en fin, su brillantez
genial, siempre lo imaginamos con su corbata, su bastón, su mirada hacia el
infinito de la negritud y con María Kodama, su legítima esposa por muchos años
y por pocos meses, o mejor aún, legítima por pocos meses pero por muchos años,
por cuanto se casaron faltando apenas dos meses para el deceso del escritor,
luego de vivir toda una vida juntos.
Él le
llevaba a ella treinta y ocho años y quiero inferir que cayó desmayada ante las
infinitas herramientas y recursos literarios, psíquicos y la fama de Jorge Luis
Borges, quien, para el momento de la junta, ya no podía leer por su ceguera
temprana jamás diagnosticada, pero podía ver con cierta dificultad bajo la luz
del día.
Yo la
conocí en una memorable entrevista que le hizo mi amigo Jaime Bayly. Su
densidad se le notaba con encanto y hablaba sin empaches de su vida con el
genio argentino, con el escritor prolífico, el cuentista y poeta que aseguraba
que eran las lenguas anglosajonas las mas importantes para la poesía, porque él
lo hablaba desde su nacimiento y su crianza en manos de su abuela inglesa, pero
a lo que vamos, que a María le reclamaban con frecuencia que ponía en peligro
la vida de Borges cuando les dio por volar en globos aerostáticos y fue la amanuense,
ahora la albacea, pero más allá de ello fue el gran amor.
Se
casan faltando poco para su desaparición física porque ella se negaba a usar el
‘’de Borges’’, porque María siempre fue un alma libre y decía que ella no era
de nadie, ni de Borges, de forma que no podía llamarse así y le aseguró, cuando
el posesivo Borges se lo insinuó, que ella se quedaría con él, mientras no le
coartara sus libertades, sino era así, lo dejaría allí mismo y vivieron la vida
y las patrias, porque hablar otros idiomas, escribir, su afición al arte, al
vino, a la vida de los intelectuales, no es para todo el mundo y María lo fue
notablemente, si, una intelectual, una profesora culta, profunda y que hablaba
el mismo lenguaje del genio que también tuvo por patria a Ginebra donde decidió
fallecer.
María
Kodama acaba de morir a sus ochenta y tantos, porque también fue coqueta y yo desde la admiración no la delataré
ni siquiera muerta y fue agnóstica como Borges, aunque creo que son católicos redimidos
o al menos eso deseo pensar.
Gracias
María, por tu prolífica vida, llena de letras, de humor y finura, llena de
elegancias y cultura, de viajes y de Buenos Aires.
Que
suerte tuvo Jorge Luis Borges de tenerte. Paz a tu alma buena y algún día conversaremos
sobre la razón y la fe.
Descansa
en paz.
juradopublishing@yahoo.com
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