CUENTOS DEL MAR
UNA EXTRAÑA LUCIDEZ
Allí
lo veo, el promontorio pirata que llaman el Morgan Bluff, que es importante por
dos cosas: la primera es poque haciendo fijas corridas sobre mi rumbo, me sacará
de la permanente duda de en qué parte estoy, en referencia a mi situación geográfica,
que como usted podrá comprender, mi querido marinero, en la inmensidad de la
mar, perderse traería consecuencias funestas en la comunidad de la gente de mar
y siempre le recordarán como el capitán perdido y usted lo único que tiene, lo único
que realmente le pertenece es su prestigio, porque ni siquiera su reputación.
La otra cosa que posee importancia suprema
del Morgan Bluff, es que se supone en cuevas documentadas y que pude estudiar
en mi investigación antes del zarpe, unas que se encuentran muy cerca, se
supone que están enterrados algunos tesoros del pillo Morgan.
Voy al Rumbo Verdadero 093 y tomé
para las 11:47 una marcación sobre el Morgan Bluff a 45 grados de mi rumbo, o
sea, marcación al 138, de forma que esperaré cinco minutos, y haré otra marcación
a las 11:52 porque voy a cinco nudos de velocidad y al cruzar, realmente es al
trasladar una sobre otra y ambas sobre mi rumbo en la carta de navegación, allí
estaré para corregir hacia Nassau, ¿sencillo verdad?
Estos capitanes piratas hacían lo
mismo que yo, se enfrentaban a la incertidumbre y eso, la incertidumbre, nos
obliga a pensar, a corregir, a idear, a ser más lúcidos y usar las pocas
herramientas que poseemos para lograr nuestra supervivencia. Cabe destacar que
llevo a bordo un GPS, tapado con el papel de una vieja revista Playboy que
tiene una mujer desnuda y cinta pegante que conseguí en el basurero de la
marina en Miami. También les recuerdo que llevo a bordo un teléfono satelital
Iridium que uso, una sola vez al día por no más de diez segundos, para pasar un
parte de posición a mi controlador, que certifica que estoy vivo. Lo he usado tan
poco que todavía está full de carga, pero por otro lado he usado tanto mi
ingenio que me ha hecho más resiliente. Como es de esperar, llevo mi VHF marítimo
de 25 Watts, mi teléfono celular que debe estar en alguna parte de la sentina y
que no estoy interesado en prender hasta mi llegada a Nassau.
El humano postmoderno vive conectado
y cuando no, esta frente a una pantalla, perdiendo neuronas, aburriéndose o ¿despensado?,
¿esa palabra existe?, me temo que no, pero describe perfectamente lo que quiero
ilustrar: ‘’persona bajo hipnosis provocada, que no piensa, no siente, no vive’’,
sí, creo que es eso lo que quiero decir.
Prescindiendo de todo lo anterior en
mi vida a bordo, les digo que he conseguido en mis libros, mis viejos libros de
navegación, estima, astronomía y ciencias, además de las novelas y otras
publicaciones, he conseguido y siento lo que les voy a decir, lo palpo, lo
practico: he conseguido una extraña lucidez que me hace ver al mundo de tierra
de forma diferente. Un mundo rápido que no sabe a dónde llegar, una inmediatez
para lograr nada y un estrés propio de enfermos, de hecho, no es una casualidad
que en los manicomios no hay pacientes oncológicos, o sea, con cáncer, ¿Qué les
parece?, pero por otro lado en la Guerra de las Malvinas en 1982, se estima que
fallecieron seiscientos diecisiete argentinos, hoy que navego y de acuerdo con
el radarista del buque Gral. Belgrano, hundido por un submarino inglés y que se
llama Roberto Grill, quien paso treinta y cuatro horas como naufrago en esas
heladas aguas, se han suicidado veteranos en un número poco más del doble de los
fallecidos en combate real.
Llego el momento, es el tiempo, marcación
193 grados.
Vive como en la mar, sin prisas,
pero sin detenerte, porque como lo dijera el editor inglés Georges Bohn: ‘’La
naturaleza, el tiempo y la paciencia son los tres grandes médicos’’
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