CUENTOS DEL MAR
EL ZARPE
Hoy
he decidido zarpar. Sentado en el jardín de mi casa, observo que estando a
escasas tres millas de la mar, casi no hay viento, de forma que zarparé mas
temprano por tres razones igualmente importantes: la primera es que ya el Blue
Book está totalmente abastecido, solo falta llevar el hielo que lo tomaré en la
misma marina y llenaré mi pequeña cava Coleman para la nevera vertical, la
segunda es que al no haber viento, debo paliar mi retraso saliendo mas temprano
y la tercera es que tengo muchas ganas de hacerme a la mar, de sentirme libre,
de sentirme autónomo y entregado a la aventura y al pensamiento sin
distracciones, porque las distracciones en la mar, causan accidentes.
Estimo que entre cuatro a cinco de
la tarde estará muy bien. El crepúsculo astronómico es a las 5:08, el náutico a
las 5:40 y el civil a las 6:36 PM, de forma que es en el civil, cuando llega la
penumbra a las 7:08 PM y con eso y todo, la experiencia en estos meses de
verano en Miami me dice que aún habrá luz.
Largué la amarra que nos hacía
firmes al boyarín. Cuando hablo en plural me refiero al Blue Book y a mi y este
se quedó extrañamente en posición. Corrí a popa, luego de adujar la maniobra y
con mínimo, di atrás, con mi timón a estribor, cayó con rapidez. Paré máquina, cambié
el timón y otra vez mínimo, pero avante. La primera boya y la segunda, que ya
les he descrito el día de la tormenta y salida a la libertad.
Mi barómetro está marcando 1013
milibares de presión atmosférica, muy alta y es ese el motivo de la falta de
brisa. Eolo esta durmiendo una siesta plácida y contra lo que quería, sigo en mínimo
avante, pensando en ¿que voy a cenar?, mientras ya a una milla de tierra,
llevando el 090 rumbo de aguja o magnético, asumo el 010 de aguja. Ya tendré tiempo
de corregir mientras me alejo, para que la noche me agarre lejos, dando tiempo a
que suba el viento. En todo caso, estoy consumiendo menos de medio galón de
combustible por milla y no estoy apurado, al contrario, estoy sumamente emocionado,
de mi encuentro con la historia de los piratas en Bahamas.
Estas aguas fueron los testigos de
sus fechorías y desmanes, de sus combates y sus muertos y de su vida si es que
acaso eso puede llamarse así. Lo que si es cierto es que crearon en el Caribe,
en las Bahamas, en Jamaica y las Carolinas, un pifostio de marca mayor que a
todos hizo temblar de miedo.
En tierra quedan mis amigos, mi
esposa e hijos. Ya nos veremos en Bahamas si desean ir en avión. Todos sin excepción
me conminan a dejar este viaje al que consideran una locura, pero recuerden el
pensamiento del jurista inglés Walter Bagehot: ‘’El mejor placer en la vida es
hacer lo que la gente te dice que no puedes hacer’’
www.juradogrupoeditorial.com
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