CUENTOS DEL MAR
LA PRIMERA NOCHE DE NAVEGACIÓN
Llevo
la estimada como se solía hacer hace seis siglos. Por supuesto, con la
invalorable ventaja de las actuales cartas de navegación, pero solo corroboro
mi posición una o dos veces al día, de manera electrónica con mi aplicación de
GPS que para quienes no lo saben, traduce al idioma de Shakespeare ‘’Global Positioning System’’ o lo que para Cervantes será ‘’Sistema de Posicionamiento Global’’, pero a lo que vamos, que ya estamos por aquí; calculo por mi visual,
que estoy a unas catorce millas de Miami y la pregunta: ¿y cómo lo sabes si no
tienes radar y no te has posicionado por ningún método en la carta?, es simple
mi estimado marinero, cuando puedes ver los edificios al borde de lo que da tu
horizonte visual diurno, estás trigonométricamente, a unas doce millas y a esta
hora que son casi las 10 de la noche ya lo que veo son simplemente el reflejo
de las luces de Miami, de forma que por aquí, ¿Qué importa si estoy a catorce o
a dieciséis?, da lo mismo, porque mi velocidad es muy poca. Ya la brisa ha
comenzado a subir. Eolo se despertó de su siesta, pero aún está un poco modorro.
Mi barlovento es por mi aleta de
estribor y coincide con la corriente que por aquí es casi despreciable, pero
ayuda sin dudas, todo ayuda. He apagado mi motor e izado mi mayor y el foque a
media y como tengo una corredera pequeña de plástico, que me compré en la
tienda Intermarine, sentado aquí en popa, me divierto averiguando que estoy
dando apenas tres nudos de velocidad y si eres velerista, podría mentirte diciéndote
que esta será una noche plácida, pero es que no existen noches plácidas en la
mar, o al menos yo no la conozco.
No hay luna, porque me encantaría el
ejercicio de hacer una recta con mi viejo sextante y cruzarla con mi rumbo a
ver si le gano al GPS, pero no, seguiré recto hasta el amanecer, solo a medianoche
anotaré en el diario mi estimada.
Con esa luz de minero que tengo, de esas
que se ponen en la frente, ¿ya sabes de qué te hablo?, la he prendido para leer
aquí en lo que llamamos bañera de popa, la más reciente obra de Arturo Pérez
Reverte, titulada ‘’El problema final’’ y como los tiempos en la mar parecieran
diferentes, en lo que me ha parecido un santiamén ya voy por la página 103,
escribe muy bien y se desarrolla en un caso policial digno de Conan Doyle.
La lectura es a la mente lo que el
ejercicio al cuerpo, palabras de Joseph Addison que yo repito, porque me
mantiene sereno y a la vez distraído, pero alerta, consciente y permite que mi
pensamiento se vaya, pero no muy lejos, porque ante cualquier sonido estaré presto.
Un lector vive mil vidas y en este
caso, de esta obra, vivo la de Pietro Malerba, Hopalong Basil o el mismo
Sherlock Holmes.
www.juradogrupoeditorial.com
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