CUENTOS DEL MAR
NOS VAMOS A NASSAU
Nos
separan desde la marina hasta Nassau, frente a la iglesia y diagonal al fuerte,
donde me espero fondear, ciento ochenta y cuatro millas náuticas lineales que
bien saben que en un velero la cuenta es otra, por las piernas que debemos
hacer para obtener la mejor velocidad y aprovechamiento de la fuerza del
viento, pero eso será tema de otro escrito, el zarpe y la travesía. Por los
momentos se impone la logística.
Serán unas treinta y seis horas de navegación
y quiero llegar con luz de día, entre las ocho y las nueve de la mañana, de
forma que deberé zarpar el día que lo determine la meteorología, no después de
las nueve de la noche, de hecho, pienso zarpar un par de horas antes, con el
poniente, izar mis velas con toda calma, lanzar mis anzuelos por popa, hacer
firme el timón al piloto automático y observar a la bella Miami desde mi bordo,
porque la noche será dura navegando en solitario.
Normalmente a partir de la media
noche, ya lejos del tráfico marítimo normal, decido recostarme por veinte
minutos. Cada veinte minutos suena mi despertador a menos que el sistema satelital
me dé un PMA, punto de máxima aproximación de cinco millas con cualquier blanco
y suene estridentemente, porque mis maniobras son dependientes de la única fuerza
del momento, la cual es el viento y como es de noche, siempre le tomo como precaución
un par de rizos a la mayor y pongo al foque a media. Ya no estoy en la armada,
mi tiempo es mío y no estoy interesado en ser puntual con nadie en Nassau,
porque nadie me espera, excepto la historia.
He estado estudiando la vida de los
piratas y quiero ir a los pasadizos del fuerte donde guardaron momentáneamente algunos
tesoros, pero estoy derivando, porque debo volver a la logística y su lista de
chequeo: estoy full de agua potable, realmente de lluvia, porque tengo un
recolector que es una maravilla y ha llovido mucho esta semana. Tengo más de
tres cuartas partes de combustible, lo que me da una autonomía para hacer este
viaje a motor unas tres veces sin parar, pero como siempre, usaré el viento o ¿a
qué vinimos?, ¿somos marineros o somos lancheros?, en materia de comida, la
lista es extensa. Pasé por Publix, los automercados de por aquí, e incluí, además
de las verduras, huevos, incluí harina pan, pastas, arroz, aceite vegetal y de
oliva, frijoles en lata, atún en lata, galletas de soda, aceitunas, unas
anchoas enlatadas de primera categoría, sí, incluí dos botellas de vino tinto, una botella de Old
Parr que estaba a buen precio, por supuesto una sobre carga de café porque la proteína
animal fresca, la conseguiré o en la mar o en Nassau.
Espero pasar cinco días, escudriñando
la historia, ya llevo el expediente de la investigación que he hecho de la vida
de la República Pirata y estoy muy feliz de este nuevo reto. Porque la vida se
compone de retos o de tedio, tu escoges.
www.juradogrupoeditorial.com
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