LA ISLA DE
LOS AMORES INFINITOS
¡Búscate
a un chino que te ponga un cuarto!
Vocablo
popular cubano, cuando un esposo mandaba al demonio a su cónyuge.
“La
isla de los amores infinitos” se desarrolla con maestría y enigma desde su comienzo.
Los personajes decantan el pensamiento en la profunda influencia que tuvo la
comunidad China a principios del siglo XX. En paralelo comulgan otros, crecen y
se casan contra todo pronóstico, por cuanto que una muchacha de familia se
casara con un chino o un mulato era susceptible de ser pechado públicamente y
sacado de aquellos absurdos círculos sociales de la época.
El
padre ya no le habla a la hija, una vez que esta desaparece con el chino que a
la sazón estudió medicina pagado por su padre con el dinero de la lavandería en
el temible barrio chino.
Pablo,
es hecho preso por conspirar contra el gobierno de Fulgencio Batista, veinte años
fueron duros para los recién casados, mientras ella, la esposa rodeada del
Martinico un duende heredado de las prestidigitadoras mujeres de su familia,
atinaba con cierta veracidad el futuro. Como es de esperar mis queridos
lectores, es más elaborado de lo que ahora mismo hago, pero aparece la gran
Rita Montaner y les apoya en su amor indecente y les guarda en su casa, les
cobija y les muestra que la vida no es tan complicada como la hace la sociedad.
En
su tienda de música, porque ella tocaba al piano, apareció un buen día Benny
More, quien no sabía leer música y compró partituras para un regalo y así se
desarrolla, encantadora, sutil, hilada la novela de Daína Chaviano, se
entrelazan los capítulos con maestría y métrica, me produjo tranquilidad y sosiego,
en otras oportunidades, me alteró lo que pareciera que iba a ocurrir, eso es
novelar, mantener al lector en ascuas, hasta el desenlace.
Daína
lo ha hecho bien, siempre admiro a los buenos novelistas, siempre me pregunto
de dónde sacan tantas cosas, ¿Qué parte de su cerebro usan?
Cuba,
ciertamente es la Isla de los amores infinitos, Cuba es sin lugar a dudas el
sitio recordado por los amores y separaciones, por los abusos basados en un
verbo terrible después de llegada la revolución en 1959, es la palabra “intervención”
que en Venezuela han cambiado por “expropiación”
Yo
sé bien de que les escribo, perderlo todo es un dolor inenarrable, pero al
venir hasta aquí, a la tierra de lo posible, al país de los inmigrantes, a la
casa de Washington donde todos somos iguales y son las oportunidades las que determinaran
tu futuro, es la búsqueda de ellas las que hace la diferencia, es tu trabajo y
no el Estado quien manda en tu destino, las cargas se emparejan más pronto que
tarde y entiendes que lo único que te liga a tu país de origen son los recuerdos,
que a la vez son portátiles.
La
historia jamás es casualidad y la hemos repetido, me refiero a la cubana en Venezuela
y paradójicamente el padre de Pablo, (el chino que purgó veinte años de cárcel
por conspirar contra Batista), fue hecho preso por tal vez conspirar contra
Castro y allí, todos sin excepción entendieron que ninguna revolución en la historia
de la humanidad, ha sido buena.
A
los revolucionarios: ¡búsquense a un chino que les ponga un cuarto!
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