EL AMANUENSE
DE MADRE CARMEN
Llegamos, tocamos el timbre y allí apareció
la luminosa y cariñosa sonrisa de Eglee y nos abrazamos, nos besamos con la
urgencia que quitan o tal vez dan los años sin vernos.
Detrás estaba él, un recio caballero
que me veía con precaución. Nos saludamos con gentileza y fuimos al interno
para encontrarme con que el señor había sido alumno de mi padre.
Ahora mismo amanece y escribo luego
de leer una obra de excepción para caer en cuenta que no tengo a quien llamar
para felicitar, todos se encuentran en las manos del Señor y eso me hace reflexionar
profundamente en la falibilidad, pero a lo que vamos que Eglee y yo nos amamos
hace muchos años y mi esposa y el amanuense lo saben.
Que eras un niño bueno, que si
aplicado, que tus maestras te querían y yo, ante la andanada inevitable del
amor, solo guardaba silencio y en mi mente me decía: si tu supieras maestra
querida, si tu supieras de mis rubieras, de mis pasiones oscuras con algunas compañeras
de clase y de mi doble moral juvenil, tan doble como la de cualquiera por
cierto, pero a lo que vamos que él me veía con reservas y de repente,
desenfunda y me regala una obra de seiscientas noventa y un páginas de su autoría
titulada ‘’Memorias biográficas de la Madre Carmen Rendiles Martínez’’ y allí comenzó
la esgrima dialéctica, mejor aún, en mi mente me decía: no lo interrumpas,
aprende, cállate, presta atención, toda la que puedas que estás frente a un
docto, frente a un hombre que se retiró del sacerdocio faltando seis meses para
ordenarse, para ir a cuidar a su madre y unir a su familia dispersa por el
mundo.
Hoy en la mañana me he levantado en
la madrugada a leer este santo libro y como viejo escritor les digo que lo que
paso a contar sucede con frecuencia: hay oportunidades en que las letras, las
ideas, los pensamientos vienen espontáneamente como mandados de manera
exclusiva para nosotros y eso le ha pasado al Dr. Benito Prieto Soto, el esposo
de mi maestra Eglee, si, mi maestra de cuarto grado de primaria.
- ¿Y usted conoció al Padre Pio de Pietrelchina?,
le pregunté como una saeta.
-Si por supuesto, el curó a una
hermana mía de una grave enfermedad y hasta le mandó una carta que poseo en Caracas.
Yo confieso que no quería que
terminara la tarde, pero ya el poniente se hacía evidente, eran las ocho y
veinte de la noche y en este verano todavía había luz.
El Dr. Prieto me ha causado una muy
grata impresión, porque las inteligencias superiores me cautivan y además forma
parte de la causa de los santos de la Madre Carmen que será canonizada en próximo
19 de octubre del 2025.
Esta obra biográfica que ha hecho
Prieto y que ahora tengo en mi estudio, ha sido usada como evidencia
contundente para el progreso de la santidad de esta buena mujer venezolana y él,
Prieto, simplemente fue el amanuense que escribía lo que ella le
ordenaba en señales solo dadas a personas sensibles.
Gracias Dr. Prieto, además por la
muy honorable dedicatoria que nos ha hecho.
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