EL PODER DE LOS HÁBITOS
Y
todos sin excepción, comenzamos a fumar, más por la presión social, más por ese
bombardeo publicitario sobre nuestras jóvenes mentes, más por la reciedumbre de
Humprey Bogart a quien relevamos de toda responsabilidad, pero a quien culpamos
de ser tan popular en aquellos tiempos, si, a nadie le gusta ese primer
cigarrillo que le marea, que lo hace oler mal, pero sucumben ante la presión,
porque un cigarrillo sirve para cualquier ocasión: si estás bajo presión, fuma,
es un ansiolítico de bajo espectro. Si estás triste, fuma, si estás contento,
fuma, si te disgustas, ya sabes y ¿después del sexo?
En el
párrafo anterior, acabo de describir las tres fases de un hábito.
Ahora
son las cinco de la mañana del domingo y a esta hora me levanto pase lo que
pase, no puedo continuar en la cama, porque tengo un excelente hábito. Mientras
el mundo duerme, yo leo o escribo, sin celulares, sin distracciones, sin
invitaciones, pero si, siga durmiendo porque en breve, cuando salga el sol,
saldré a hacer ejercicios, a rezar, sudar, meditar y cuando usted se levante ya
estaré duchado y vestido para prepararle a mi esposa el desayuno y entonces
cualquier psiquiatra podría diagnosticarme con una terrible neurosis, porque ¿hago
lo contrario a las masas?
Dejé
de fumar hace algún tiempo, hace bastantes años, pero no porque dejó de
gustarme, fumar es muy rico, lo sostengo, simplemente cambié la rutina del hábito
por otro, lo sustituí y paso a explicarlo mejor.
Un hábito
regirá su vida de una manera tan marcada, que ella, la vida, se convertirá en el
hábito y sigo tratando de explicarlo. Como decía mi querido tío Héctor: ‘’ Actúa
como piensas, porque puedes terminar pensando como actúas’’, siéntate todas las
tardes por tan solo veintiún días en la barra de tu restaurant favorito y pide
una copa de vino y repítelo a diario a la misma hora y al mes ¿podríamos decir
que eres alcohólico?, porque si continuas por más de ese tiempo hasta los
sesenta días ya no será un hábito, sino que estará marcado a fuego en tu
subconsciente y el día que no puedas ir al bar, tendrás síndrome de
abstinencia.
Por
otro lado, si te levantas a las cinco, si no negocias con tu ya viejo cuerpo y
con tu joven psiquis y decides el crecimiento, el éxito y la disciplina como tu
hábito, la salud como tu hábito, el buen humor, la educación, tu vida completa
se llenará de luz.
El hábito
se compone de la señal, de la rutina y luego del premio. En el caso del bar
prenombrado, la rutina es sentarse en el mismo sitio y pedir el mismo vino, mientras
que el premio es la conversación con personas tan habituadas como tú y pasarás
a la segunda y a la décima copa, porque la señal que no es menos importante, te
llega desde el momento en que decides hacerlo a la misma hora. Te recomiendo
que mantengas la misma señal y el mismo premio, pero siempre cambia la rutina.
juradopublishing@yahoo.com
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