JAIMITO Y EL DESCRÉDITO DE LA OTREDAD
Y en
aquella sana inducción vocacional la maestra preguntaba sobre las profesiones y
por supuesto afloraron los médicos, los policías etc.
Al
llegar a Jaimito, este contestó sin un ápice de duda: maestra yo lo que quiero
ser cuando este grande es un ‘’guebón’’
*adjetivo vulgar del argot venezolano, que
define a una persona tonta. Equivalente al ‘’boludo’’ argentino
-Mi papa, que es chavista aun, siempre dice: ‘’mira a
ese guebón en ese Ferrari con esa rubia’’, ‘’Ese guebón fue el primero de
nosotros en graduarse y con honores’’, El guebón ese vive en una mansión en
West Palm Beach’’ y así maestra, todos esos guebones como que les va mucho
mejor que a papá, por eso quiero ser un guebón.
En Latinoamérica
toda, pero excepcionalmente en la Venezuela revolucionaria, aunque me temo que
es esta una ola que data de tiempos coloniales, el descrédito del otro es un
deporte que se hace profesionalmente y delata muchos defectos: rededor al satánico
comentario siempre, sin excepción habrá resentimiento y envidia y aunque el
resentimiento es el aval moral de la envidia de acuerdo al colega Fernando
Sabater, aseguro que ambos nos dejan malas intenciones y contaminan lo bueno
que pueda haber en el humano.
En
Venezuela, el éxito ajeno le hiede a cualquiera, además los esfuerzos comunes
son pechados de inocuos, son atacados, son depauperados, descalificados y
atropellados, lo que me hace concluir que el enemigo está dentro y no afuera,
lo que me vuelve hacer concluir que el presente actual es producto de la maduración
del desgaste del ejercicio de la descalificación de la otredad en buena parte y
en otra, de la ignorancia.
La visión
de retrovisor hacia el pasado donde todo se relaciona con alguna epopeya al
menos centenaria que nada tiene que ver con el presente. Ese inútil ejercicio
de intentar acomodar el pensamiento de los próceres con el devenir de la actualidad
o peor aun aquellos que se dan a la tarea de criticar a los libertadores, a
todos aquellos que sacrificaron lo mas importante como si no lo fuera.
Podemos
recordar al Comisario Oscar Pérez quien se inmoló, quien fue asesinado a manos
de la banda delincuencial que asegura que todos los decentes somos unos ‘’guebones’’,
que todos aquellos que creemos en la democracia, en el respeto a las leyes, al orden
ciudadano, al progreso, a la alternabilidad del poder, a la concordia, a la
seguridad jurídica y física, si, para ellos, seguimos siendo eso, pero como epidérmicamente
ellos, esos hijos del maltrato, que no conocen mundo y que sobreviven de la práctica
del atraco y el grito, ellos, bien suponen que probablemente Jaimito tenga la razón.
Cuando
el venezolano rompa, se subleve contra la huella perenne descrita por Herrera
Luque, simplemente se parecerán, surgirán, vivirán como los ciudadanos de
primer mundo que se merecen y no como fieles representantes de la inopia
socialista que nunca jamás, ha hecho nada por nadie, excepto por ellos. Hay un
precio que pagar por todo.
juradopublishing@yahoo.com
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