EL NOMBRE DEL HERMANO MUERTO
Es
una responsabilidad que le agregaron al niño por ignorancia, por no entender
las fuerzas del universo y por ende de Dios.
De
acuerdo con él mismo, a quien vi en esta semana que aún no termina, al poco
tiempo de haber muerto su hermano Salvador, pues, nació él y sus padres
supuestamente para honrar al hijo fallecido le llamaron: Salvador Felipe Jacinto.
Nos
fuimos a la bella y pujante ciudad e Tampa, puerto de mar de atardeceres de
sueño, edificios modernos, autopistas inmensas y blancas. Fuimos a presentar el
libro de Luis Sojo, que como saben se titula ‘’Yo mismo soy’’, en referencia al
pasaje bíblico del Éxodo en el pentateuco, pero además íbamos con toda la
intención de conocer la mayor colección de obras de Salvador Dalí en América.
Realmente
queda en Saint Petersburg a unos treinta y cinco o cuarenta minutos de mi hotel
y fue un recorrido estupendo. Al llegar llovía pertinazmente y para evitar el
inmenso desastre en el cabello de Doris, que me costaría su humor, pues saqué
de la maleta del auto, mi paraguas de golf que es casi una carpa y caminamos
por la bella estancia lindante a una marina de proporciones oceánicas. El museo
fue construido especialmente para ello, moderno y con unas cupulas, ábsides,
esferas de vidrios a los lados de manera poco usual y a la entrada una tienda,
pero a lo que vamos, que te recibe nada mas y nada menos que Salvador Felipe
Jacinto Dalí Doménech en una pantalla interactiva a tamaño natural del artista,
bien trajeado de azul y corbata, zapatos impecables y bastón elegante, para
explicarte en inglés pero con su marcado acento español, las vicisitudes de su
vida, de su arte, de sus amores.
Solo
dos museos albergan las obras de Dalí, el de aquí y otro queda en Figueres
España, donde yace su cuerpo enterrado, porque no les he dicho que el artista
es el primer Marqués de Dalí y Figueres. Un tipo cómico que algunos no le
prestarán atención, pero les informo que he estudiado su vida y ciertamente
llamaba la atención donde llegaba por
sus excentricidades, sus loqueras, su irreverencia, pero en lo personal
comparto su celebre frase: ‘’Que hablen bien o mal, pero que hablen, pero si
lo hacen para mal, me gusta mas porque significa que me va muy bien’’
También
agrego lo siguiente: ‘’ A la edad de seis años quería
ser cocinero. A los siete años quería ser Napoleón. Y mi ambición ha ido
creciendo constantemente
desde entonces.’’
Y
creo que debemos seguir, porque sus frases le definen quirúrgicamente: ‘’El
termómetro del éxito es simplemente la envidia de los descontentos.’’ Y así
podríamos seguir, pero debo decirles que el museo es sobrecogedor,
impresionante, amable, elegante, sublime, hasta que llegué frente a la inmensa
obra titulada: ‘’La reunión ecuménica’’ y me he dado cuenta de que todos sin
excepción, hasta aquellos vulgares, poseemos algo de Dalí, a quien llamaron con
el nombre de su hermano muerto.
juradopublishing@yahoo.com
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