UNA ROSA
SIN CAUSA
Me
sentí muy orgulloso. Recibí la invitación a cenar de mi hijo en el mejor
restaurant. No tengo dudas de que era el mejor, porque estábamos los dos, solos
con nuestros pensamientos, solos con nuestros comunes ancestros, solos con
nuestra también común genética y una gratísima conversación.
Fue
encantadoramente sabroso y a la vez raro, verle pagar la cuenta y en silencio
me dije algo que ya sabía: “ya creció”
Llegamos
a mi casa y bajamos del carro y le invité a caminar frente a la bahía y me preguntó:
¿y para que vamos a hacer eso a esta hora de la noche?, pues, le contesté,
porque necesito conectarme con la fuente energética después de una semana de
trabajo, necesito cargar las baterías y es en el mar donde lo hago y la brisa
cortaba, ¡había mucha brisa! Y fuimos hasta el sitio más oscuro. Le rogué que
esperara solo cinco minutos hasta que las pupilas nos dejaran ver claramente la
mar, también aquella difuminada costa de Key Biscaine, la punta de Fisher
Island y rompí el silencio: “pasé muchos años navegando, muchas ausencias,
muchas noches como esta, con brisa y mar picado y hoy es un gran día” y así
seguí, sin mucha hilación, mientras el me veía expectante, en silencio, con el
pie derecho sobre el malecón y la vista hacia la fuente.
Como
es de esperar salieron a colación las mujeres, esa debilidad oceánica que
tenemos, las letras y el punto G, que se consigue con toda facilidad entre la
oreja y el cerebro femenino y hablamos de mi Padre, su abuelo, ¿Cómo no
hacerlo? ¡Si siempre está en nuestros recuerdos!
Los
niños son como flores, son como rosas, olorosas, llenas de vida y color y allí
están, sin causa alguna para que las veamos y olamos; y su tallo lleno de
espinas a las que podemos besar pero no pisar, fíjense que interesante:
podremos besar la espina sin hacernos daño, pero no pisarlas descalzos porque
se clavarían en la piel.
Ya
mi hijo dejó de ser una rosa sin causa, porque ahora es un hombre con
objetivos, planes, talentos y anoche le veía de reojo y me decía: “carajo que
buen mozo es, buen trabajo hizo su madre”
Seguí
hablando: ¿y si saliéramos a navegar, sin saber qué rumbo poner, a donde llegaríamos?,
a ningún lado Papá, me contestó solícito. Pero como haces tú con tu vida, si
salimos a navegar con el rumbo correcto para llegar a la República Dominicana. ¿A
dónde llegaríamos? Y no contestó la obvia pregunta.
Los
jóvenes sin planes, sin haber descubierto su vocación, esos, pegados como
eunucos a un teléfono, escribiendo sandeces, son barcos sin rumbo que no saben
si llegarán a algún lado.
Los
otros, los que si trazan la derrota, que tienen un objetivo inseparable de sus
deseos, si acaso no llegaran, al menos
cumplen con el oficio y el objetivo más importante, el cual es ser feliz en la acción.
Anoche
fue una buena velada.
Saludos Jr, felicitaciones por esa velada con tu hijo, yo ya voy para 3 que no veo al mio, el alla y yo aquí...trazo su rumbo...logro sus objetivos, no pudo hacer vida digna aqui y emprendio otra singladura alla, validando sus credenciales, sobreviviendo mientras...y deguro estoy que con ese girocompas llegara al puerto deguro del buen vivir...los hijos somos hijos hasta que nuestro progenitores se van...y los padres omos padres hasta que nos vamos asi que ese capullo con quien compartiste estan viviendo el rol que a cada quien con su cada quien corresponde...y con esa derrota trazada por uds..seran y son felices en la accion...comandando, con las musas o protagonistas en la dotacion de la embarcacion..saludos y cuidate amigo..
ReplyDelete