Saturday, August 15, 2015

MARÍA LUISA Y EL HOMBRE DE VITRUBIO


MARÍA LUISA Y EL HOMBRE DE VITRUBIO

            Llegamos al lujoso restaurant frente a la mar. Mi mesa ya estaba reservada y yo pensaba que llegaría sola, pero no, vino acompañada y tuve que reformular mi plan.

            Me veía con cierto escepticismo, porque creo que suponía que me llamaba la atención.

            La conversación fue grata, sin cortes comerciales, su familia encantadora, tan solo nos distraía la brisa que esporádicamente nos tropezaba y ese camarero de origen sirio pero que hablaba perfecto inglés nos interrumpió para la orden.

                Ella – María Luisa-, pidió un extraño brebaje  multicolor y un exótico plato que parecía más bien una obra de arte  y yo me limité a un “perro embotellado” como llaman en Brasil al whisky escocés por ser considerado el mejor amigo del hombre.

 

                Ya no sabía cómo llamar su atención, conversaba de múltiples temas haciendo uso de todas mis artimañas para enamorarla y ella estoica tan solo me escrutaba, me observaba, en ocasiones sonreía desconfiada, mientras sus microgestos la delataban.

 


                Ya muriendo la noche, argüí la teoría del número áureo, el número de Dios, a la sucesión matemática de Fibonacci, que rige al mundo, a las docenas de ejemplos que de el podemos tener en la vida cotidiana y que el genio de Da Vinci logró  representar en el hombre de Vitrubio.

 

                María Luisa, la bella dama que acompañó mi velada, es una insigne mujer, graduada en la vida y cuya sapiencia ha sido sobradamente comprobada, por cuanto es la madre de mi colega quien a la sazón es un viejo como yo y ella es una jóven atractiva y prudente.

 

                Me encantó su compañía, no es fácil conseguir personas de su inteligencia, por cuanto es la prudencia la sapiencia suprema, puesta a prueba con cada palabra usada en sociedad.

 

                Está de visita por aquí y viene de mi país de origen y creo que le gustan estos parajes amables donde hemos venido a quedarnos dando la espalda a la violencia y la desidia de toda una nación que ha experimentado con la improvisación.

 

               

 

               

               

 

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