LA IGNORANCIA ES ATREVIDA

LA IGNORANCIA ES ATREVIDA

                Hace aproximadamente un quinquenio, recuerdo aquella entrevista que me hicieron, donde la periodista me invitó al aire, a ver un video de Hugo Chávez quien explicaba en la televisión venezolana, como era de divertido ir a los burdeles junto a sus subalternos a quienes llamaba por sobrenombres. Sentí una profunda pena ajena mientras observaba las babosas sonrisas de los presentes en el monologo del difunto. Sin tiempo a reaccionar, me volvió a invitar a ver otro corto donde decía a su esposa de entonces (también por televisión) aquella desdichada frase “fulanita….prepárate que esta noche te voy a dar lo tuyo”

 

                La verdad es que lo único que atiné a decir fue: ni siquiera se le ocurra compararme con ese lambarero inútil y procaz. Hugo Chávez es un error del sistema,  su lenguaje y actitud ignorante son atrevidas y no están acordes con la dignidad de un oficial de las Fuerzas Armadas.

                “Venezuela no está preparada para hombres ilustrados”, escribió Francisco Suniaga en el “Pasajero de Truman” y yo lo creo a pies juntillas, esa obsesión por lo nativo, lo autóctono, por la soberanía que tanto nos ha quitado en la apertura de la mente y de un país lleno del absurdo.

                Entiendo que no es lo mismo comer jamón endiablado que un paté francés, como tampoco es lo mismo comer unas sardinas enlatadas que caviar de esturión del este europeo, tomar cocuy que un Cosmopolitan neoyorquino, un queso llanero que gruyere suizo, un joropo que a la Turka, leer a Mafalda que Balzac, no señores, no es ni será nunca lo mismo, son solo diferentes, no son comparables, ninguno es mejor que el otro, pero debo asegurar que en la distinción de cada uno está el saber, el gusto por el placer que requiere tan solo una mínima cosa: permitirnos la interrelación cultural, permitirnos la apertura al mundo más allá de lo producido en tierra propia. Con mucha precaución observo una loa permanente y sistemática a lo autóctono, como si la arrogancia de sus promotores les infligiera una sabiduría suprema de buen gusto. Una defensa feroz de las tradiciones, excomulgando la holística y las influencias de las otras.

                Yo sé que esto traerá muchos comentarios y lo lamento y no tengo que aclarar al respetado lector nada que afiance mi patriotismo, no por favor. Tan solo le ruego flexibilidad en lo que prosigue para poder entender que el mundo está más allá del horizonte:

 

                Con un dejo de sorna burlesca, con risa en mis labios que en una ósmosis emocional, se ha confundido con lástima, he visto a la Doctora en educación, Rona del Valle Gómez, asegurar que si no hay café debemos volver a lo autóctono tomando guarapo y me pregunto: ¿es que acaso el café es nigeriano o bosnio, indostano o soviético?

                Ella es candidata al PSUV para la Asamblea, es bonita como casi todas las venezolanas, jóven y con evidentes lagunas en materia agrícola, cuando prosigue entre aplausos de sus seguidores, diciendo que ante la escaces del acetaminofén, -necesario para estas endemias que ahora agobian al país de la pobreza y la inflación (esta última frase es mía)-se deberían sembrar matas de acetaminofén y no pude más que asegurar que LA IGNORANCIA ES ATREVIDA Y AUDAZ. Que Dios nos salve de ellas y sus autóctonas posiciones.