Sunday, July 13, 2014

KARAQUISTAN, LA CIUDAD PERDIDA

Mi fraterno amigo Saúl, llegó hasta casa con su esposa a visitarnos, envuelto en un misterio que solo los anos de amistad te indican. Entre tragos y chanzas, todo se tornó repentinamente oscuro y se hizo el silencio, con una sonrisa forzada y allí llegó la noticia, como una saeta lanzada con máxima aceleración hacia el pecho, para informarnos que debía cumplir una misión encubierta en Karaquistán. No sería fácil, los índices de muerte de ese tipo de misiones es sumamente alto, pero alguien debía hacer lo que la burocracia gubernamental exige y en esta época de las comunicaciones, este tipo de ciudades y países que aún viven en el medioevo, donde la vida no vale nada, donde la mujer es un objeto y a ellas les gusta ser tratadas así, donde en el equipaje se debe llevar agua potable de Norteamérica ante el inminente y seguro contagio de alguna bacteria terrible por la falta de asepsia y tratamiento, llevar velas para regalar ante la oscuridad y la falta de energía eléctrica o tal vez linternas baratas del WallMart de la 87 Ave, sería más conveniente. Karaquistán, es una ciudad perdida como ya hay varias. Me la imagino árida, desolada, con una infraestructura derruida y sin mantenimiento desde hace años de soberbia y estupidez de sus moradores o de algunos de ellos, con individuos mal encarados y armados fuertemente ante la mirada de descuido de la ley, porque no debe haber ley, todos deben hacer lo que quieran y abusan, no debe haber señales de tránsito, el tráfico debe ser infame y lleno de tropelías y sus moradores obstinados, tozudos, abusadores ante la falta de orden y buenas costumbres y mi amigo Saúl ¿tiene que ir a Karaquistán? ¡Que peligro! Deberá con suerte despedirse de ese lago en la parte trasera de su casa y que brinda a todos quienes hemos estado allí la sensación de dos soles al ponerse y reflejarse sobre las aguas tranquilas, como es su mala costumbre por el oeste. Deberá estacionar su lujosa camioneta por ese tiempo indeterminado y olvidarse parcialmente de la seguridad y el sosiego de la ciudad mientras resuelve en la barbarie las diligencias que se le han asignado. Karaquistán es un valle y por ende rodeado de montañas y sus moradores al no tener gobierno alguno han conseguido en esta selva de cemento, algunas maneras de vivir poco ortodoxas para el mundo civilizado, como es el hecho social, imposible de ocultar del sicariato y por supuesto el más rentable, el secuestro en todas sus modalidades, de manera amigo lector que Saúl y sus dólares, mi amigo y sus gustos del primer mundo aunado a sus contactos en materia de negocios es absolutamente susceptible de ser secuestrado y si se negase a pagar el rescate, por supuesto asesinado, porque en Karaquistán el noventa y siete por ciento de los homicidios no se investigan, ni los sanciona el sistema de justicia, porque en la rebatiña de ese país no existe tal sistema de justicia. El famoso actor y productor de cine, Andy García, en su icónica película “The lost city” (la ciudad perdida), ilustra la barbarie por aquellos años en que llegó la revolución castrista a la isla de Cuba. Independientemente que la historia se lleva a cabo tal vez en 1959 y se ilustra de manera impecable, lo importante es la estupidez humana que pareciera genética, por cuanto aquella Cuba era la segunda más importante y pujante economía del Continente todo, después de los Estados Unidos de América. Hay un pasaje donde una revolucionaria cubana, disfrazada con su uniforme verde y creyéndose más fidelista que Castro, ordenó en uno de los Cabarets, que fuera suprimido de la orquesta el uso del saxofón, porque era un instrumento del enemigo, del imperialismo Yanqui, del capitalismo. Como amante del arte, no creo que ningún instrumento tenga origen político y si lo tiene se lo debemos perdonar, o es que acaso la Vodka rusa o Polaca ¿no era una bebida del enemigo durante la guerra fría? Y aquí todos la tomaban y la seguimos tomando, porque los países y sus gentes deben estar por encima de esas cosas y esas posiciones que hacen que las sociedades se quiebren y se derrumben, (como la rusa, junto a su absurdo sistema de gobierno comunista de aquellos años). Karaquistán, como todos saben está en guerra desde hace años, creo que es una suerte de guerra santa, una jihad, pero sin musulmanes, donde los enemigos son informes y por supuesto debe Usted jugar a estar con ellos so pena de morir, porque ellos los del partido ese, asumen que si no está con ellos está en su contra. En el mundo hay otras ciudades perdidas. Desde aquellos tiempos de la Atlántida, esto produce en el inconsciente colectivo un morbo encantador. Las revoluciones de todo tipo, nunca han traído ningún beneficio a ninguna ciudad perdida. Empezando por la revolución francesa y Usted puede estar en desacuerdo conmigo, pero no soy yo su problema, tan solo en las páginas de la historia debe preguntar a los Girondinos y a los Jacobinos su opinión y si esta búsqueda se le torna cuesta arriba, diríjase directamente a Dantón o a Robespierre y ellos le darán su dolorosa opinión. En el oriente medio se acaba de erigir un califa y esta palabra significa que el individuo es el soberano de los pueblos islámicos, sucesor de Mahoma con ejercicio de la potestad civil y religiosa y entre sus pulsiones ha incluido a la Madre Patria España. En Karaquistán había también un califa, que falleció en otra tierra, tratando de aumentar sus territorios y ejercía potestad civil y creo que religiosa a un interesante grupo de extremistas dispuestos a pasar hambre y trabajo por él y si estuviera vivo apoyaría con seguridad el califato del otro y la anexión de España, porque perdió en el mundial de manera vergonzosa, porque tiene un nuevo rey y el viejo rey lo mando a callar públicamente, porque hablan con la “Z” y porque hace pocos años se enteró que España había colonizado a Karaquistán, cuando no era un califato y aun no era la ciudad perdida. Karaquistan, la destruida ciudad no es la capital de Afganistán, es la capital de Venezuela, llena de extremistas y aprovechadores que seguro me odiarán y dirán -no todos somos aprovechadores-, ¡sino que tenemos el deber de vivir y hacer negocios así sea con el monstruo que se comerá el futuro de mis hijos o con el califa tonto!, mientras la desempleada esposa (dirán), encargada de las artes de la belleza corporal, marcha disfrazada de opositora con toda una suerte inmensa de accesorios que la identifican como tal y que hace de nuestra familia karaquistaní, opositores públicos pero apoyadores privados y así estaremos bien con el califato y con personas como Saúl.

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