UN ALMIRANTE
ABUELO
Son unos tipos duros, estos. Recios,
pero simpáticos. Amables y severos. Hicieron una marina que mi generación heredó,
ya lo dirán los alumnos, los muchachos que hemos criado.
En mi caso, ya tengo más de dos décadas
que me he retirado y también soy abuelo, pero a lo que vamos, que, con el azar
de los años, estos oficiales no han dejado de ser lo prenombrado o tal vez sí,
porque ahora son mejores.
Que, si fuiste jefe de guerra
antisubmarina, luego jefe de armamento y fuiste comandante de tal o cual buque
que ya ha dejado de existir. Te graduaste en Livorno, Italia y hablas tres
idiomas. Recuerdo que también fuiste agregado naval en Roma, primer comandante
de la aviación naval y así en ese tenor honorable, en ese tenor que evidencia
mundo, profesionalismo, va creciendo la leyenda de los almirantes abuelos y
cuando digo abuelos no es por viejos, no señor, sería una falta al respeto de
su investidura, a su abolengo y rectitud, cuando digo abuelos es porque cronos
se ha encargado de que tengan nietos que eso si es una buena condecoración,
porque ya se supone que tengan hijos.
Sus frutos están aquí, en el corazón
de quienes les admiramos y queremos y con mis más de sesenta años, viviendo en
otro país, nadie puede pensar que es esto una lisonja, que ayudaría a mi
ascenso en Julio, aunque personeros hay que siguen pensando en competir para
llegar de primero al ascenso de nada, porque no se han dado cuenta de que se
han o los han retirado y siguen viendo la vida por el retrovisor.
Yo le recuerdo desde muy joven, que
digo joven, mejor desde niño. En las fiestas de la familia, en los muelles de
mis buques, en la hermandad con mis padres y tíos y ya saben, las familias
navales se casan entre ellas, me temo que es algo monárquico esto y ya el escritor
Arturo Pérez Reverte lo había escrito en su obra ‘’La carta esférica’’, porque
esto pasa a nivel mundial, seguro porque somos o éramos ductores de las
tradiciones más arraigadas, pero a lo que vamos.
De oficial subalterno podía levantar
el teléfono y este almirante que hubiese podido estar fungiendo como Inspector
de las Fuerzas Armadas como ministro de la Defensa encargado, me hubiese
atendido con la amabilidad de la gente fina, con la gentileza de la familia.
Carlos Larrazábal García, nació en Maiquetía y estudió en Perú, Italia y
Estados Unidos, pero ya eso es pasado y este es un escrito de futuro.
El Almirante Larrazábal cumple
ochenta y siete años con gratitud. Sus amigos aplaudimos de pie que sea así y
siempre me bendice, si, a un viejo como yo y yo recibo su bendición porque
somos doblemente colegas, somos oficiales navales y somos abuelos, pero también
familia y eso a mí me honra mucho.
La palabra almirante, viene del árabe
que traduce al español: ‘’Príncipe de las aguas’’, yo creo que eso coincide
perfectamente con el Almirante a quien le mando yo mi bendición, porque estas,
las bendiciones, siempre funcionan, vengan de donde vengan, ¡¡¡feliz
cumpleaños!!!