CUENTOS DEL MAR
LA TORMENTA DE AYER
A las
cuatro de la tarde salí de la oficina, directo a la marina de Coconut Grove
donde esta fondeado el Blue Book.
La
lluvia era copiosa, la visibilidad muy limitada, inclusive en mi carro, pero pude llegar, para pedir el servicio de
transporte hasta el velero, pero el que estaba de guardia era el siempre mal
encarado capitán Fred, quien se encontraba
en el externo, bajo el techo inmenso, viendo la lluvia caer en la protegida bahía
que ahora estaba extrañamente movida.
De
mala manera me llevó, era el único que en esas circunstancias iba a mi bordo y
se aproximó por el espejo de popa y como pude subí empapado y abrí el estambucho,
me quité la camisa y los zapatos antes de entrar, olía a humedad, a encerrado,
chequee las baterías, abrí las válvulas de agua de mar y combustible del motor
y lo encendí en directo, me quité el mojado pantalón, me puse un short, para luego hacer el chequeo
del canal 16 del VHF marítimo y anunciar mi zarpe:
-Grove pilot,
this is Blue Book, over.
-Go ahead
Captain, where you go?
-I’m going
around, for tonight and I will be here tomorrow morning ETA 10 AM, over.
-Cap, did you
see the weather?
-Yes Sir, I
have the report, I request the authorization to depart.
-Grant, and be careful.
Solté
las líneas que me hacían firme a la boya y el Blue Book inmediatamente se sintió
libre y derivando rápido y corrí a la popa, para tomar el gobierno.
La
brisa era fuerte, estimo que una escala 3, pero cualquiera que haya maniobrado
en Punto Fijo, le pierde el miedo a la brisa y use dos tercios de máquina
avante, observando a los manglares por mi babor, como única referencia hasta
ver la boya verde.
Allí
estaba, con su luz intermitente y la dejaría por mi costado, buscando la
siguiente y salir seguro. Fue un zarpe de emergencia. Los barcos en mal tiempo
siempre están mejor en la mar que en el amarre.
Casi
a una cuarta por mi amura, la divisé y ahora sí, todo a estribor, a la mar, a la
libertad y prendí las luces de navegación siendo las cinco de la tarde, pero lo
hice por precaución. Puse el piloto automático con rumbo este-sur este y dejé
las máquinas a dos tercios, para bajar al interno, al seno materno, al útero y
llamar a casa, escuchar el marítimo y secarme un poco.
Nadie
en la mar, la radio en silencio y yo con el Blue Book, buscaba en las gavetas
el café para calentarme un poco, abrir aquel libro de Joseph Conrad y observar
la feroz mar cerca de Miami.
Lo
sabía, a las tres horas estaba fuera del ámbito de la tormenta que se había chupado
toda la baja presión y estaba en el paraíso, sin viento aun, pero en la tranquilidad
de una mar que sonreía al Blue Book y ya era de noche y subí a tope el detector
radárico.
Fue
una noche larga, pero tranquila, anoté en el diario de navegación: la tormenta
de ayer, forma parte del pasado, como pasa en la vida.
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Extraordinaria anecdota. Genuino y justificado orgullo. Te felicito por tus vivencias y memorias mavales.
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