EL CAPITÁN RAMÓN PATALANTE
Era muy
ordinario y desaseado. Caminaba con una
cojera inevitable y se llamaba Ramón, seguido de un apellido español, me temo
que andaluz y se hizo pirata.
En
esa vieja iglesia anglicana en Nassau fundada en 1680, a dos cuadras de la
orilla de la mar, frente al muelle de aguas profundas donde está la punta de
piedras y a unas setecientas yardas en diagonal de Fort Charlotte, donde
pasaron las mil cosas en aquel año de 1715, Ramón Patalante era una suerte de
cabo a bordo de un buque de origen francés robado por el Capitán Charles Vane y
su tripulación de piratas.
Allí
estuve y pregunté a un viejo que fumaba en la acera de piedras original y que tenía
igual pinta de pirata desasistido, sobre si conoció al Capitán Patalante. Con
un sombrero de ala ancha tal vez como el de Pedro Navaja, no levantó la vista y
me contestó: -¿y quien no conoce las historias del Capitán? tú debes de ser
turista, -me dijo con un dejo de desprecio.
-Esta
isla es lo que es no por los franceses, ni por los ingleses, sino por nosotros
los piratas del caribe. El mayor de los mercados internacionales en el siglo
XVIII se llevó a cabo no en Madrid ni Londres, se llevó a cabo aquí en estas
aguas vigiladas por el Fort Charlotte y allí, -levantó por primera vez la
vista- en esa bahía fondeaban nuestros galeones para descargar sus mercancías y
sus heridos.
Patalante
era un borracho, pero era nuestro Capitán. Cojo de la izquierda lo que le
obligaba a llevar la pierna derecha hacia adelante y de allí su nombre que se
hizo temible aquí, en Jamaica, en New Orleans, en las Carolinas y hasta la
Florida, porque el muy hijo de su madre, conocía bien los bajos de los cayos floridanos,
era un marinero que entendía la mar. Nadie podía perseguirlo sin vararse, era hábil
maniobrando el muy bandido e imponía carácter a su tripulación.
-¿Y
usted sirvió a bordo con Patalante?-, le pregunté emocionado.
El
marinero viejo, botó el cacho del tabaco que fumaba y me vio con un dejo de
odio: -¿será que tú no sabes contar? ¿cuál es la parte del siglo XVIII que no
entendiste? mi bisabuelo fue su contramaestre y hasta su muerte hablaba de él.
Morgan,
Barba Negra, Barba Roja y todos los más malos tenían buena prensa, pero
Patalante los lideraba con el silencio de los que saben y su prestigio de valentía,
más los muertos que tenía encima, en combate real, en cubiertas de buques, precedían
su leyenda.
-¿Quién
es usted? -me preguntó por primera vez.
-¿Yo? -repregunté sorprendido, -yo soy una persona que escuchó del Capitán Ramón Patalante
en un sitio llamado Puerto Cabello en Venezuela.
-Le
sugiero que no pregunte más, porque aún sus enemigos le buscan en el más allá para
vengarse. Por los momentos sepulte las aventuras de este temerario que puso en
caos las aguas tranquilas y turquesas de esta tierra de piratas.
Solo
me resta amigo lector, agregar a esta historia, un pensamiento de Walt Disney:
“Hay más tesoros en los libros que en todo el botín de los piratas".
www.juradogrupoeditorial.com
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