UN SEGUNDO DE IRA
-¿Caballero
sería tan amable de apagar su cigarrillo que me molesta para tomar mi sopa?
Ambos
caballeros se encontraban en la barra del restaurant ‘’El lagar del viñedo’’ en
la ciudad de Valencia y de esto hace tanto tiempo que no teníamos internet y
además se podía fumar en sitios cerrados.
El
del cigarrillo, notablemente descompuesto lo apagó introduciéndolo en la sopa y
como si nada, siguió bebiendo su trago.
El de
la sopa de levantó y salió del restaurant y le esperó a que saliera, momento en
el que desenfundaron sus armas y ambos en un segundo de ira, quedaron muertos
en el pavimento sin motivo y sin razón.
En un
segundo de ira nos hace temblar la detonación de una bomba, mientras millones
de personas nos damos silenciosos y dulces besos.
En un
segundo de ira un hijo le desea la muerte a su padre, por no complacerle y en
un segundo de ira un esposo la asesina para luego suicidarse.
Yo conseguí
un ejemplar en la biblioteca de mi padre y lo leí con sumo interés, porque también
he sido iracundo para luego con frecuencia arrepentirme, escrito por Séneca: ‘’ Lucio
Anneo Séneca (Córdoba, 4 a. C.-Roma, 65 d. C.), llamado Séneca el Joven para
distinguirlo de su padre, fue un filósofo, político, orador y escritor romano
conocido por sus obras de carácter moral’’ y yo era un estudiante de
bachillerato del segundo año y creo que sin un padre como el mío no era
conveniente estas lecturas sin aclarar algunos puntos a mi inmadura mente de
entonces.
En un
segundo de ira una persona decente se baja de su vehículo a caerse a golpes con
un desconocido por un motivo seguramente insulso cuando le vemos desde el
belvedere de la madurez y recogemos el momento en el halda de la vergüenza.
En un
segundo de ira, Hugo Chávez maldijo a todo el Estado de Israel y pasó a la umbría
de la vergüenza, de la pena y del pago, porque cada segundo de ira debemos
pagarlo y con frecuencia es un muy alto precio.
Acaba
de morir en España el comunista y músico, en ese orden, Pablo Milanés y en un segundo de ira me pregunto ¿porque en España
y no en Camagüey, Esmeralda, Morón o en Cojimar?, ¿será que nunca creyó verdaderamente
en la revolucion de la ira y del odio?
En un
segundo de ira un giboso como Milanés, arriesga su talento artístico, por
apoyar a una revolucion absurda, llena de iracundos enfermos, fanáticos del
odio, del resentimiento, del hambre y la miseria.
Si,
por tan solo un segundo de ira, se pueden olvidar hasta cincuenta años de
amores, de admiraciones, de sonrisas y aprecios. Pisoteemos a esos peligrosos
segundos del tiempo que nos toca vivir.
juradopublishing@yahoo.com
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