UN MÍNIMO
DE DIGNIDAD
La
dama le decía en el cuarto, mientras recogían las cosas de ella, que
evidentemente había terminado la relación, mientras él, tomando algunos discos
compactos, le sugería que no lo hiciera, que intentara reconstruir lo
derrumbado y ella, cruel, decidida o tal vez obstinada tan solo le espetó: “deberías
tener un mínimo de dignidad”
Volví
a ir al cine. Una película que pude ver en tres idiomas porque era italiana,
con sub títulos en inglés y yo pensaba en español, se llama “La Mia Mama” en
ese teatro impecable donde solo consigues buenas películas con mensajes
contundentes, lleno siempre de personas maduras e inteligentes, apropiado,
amable y sobrio dentro de la modernidad de Coral Gables.
La
dignidad es importante para la muerte, para el sexo, para los negocios y por
supuesto para el amor. Es aplicable a la vida en todos sus escenarios y nos
permite sentirnos orgullosos de nosotros mismos, nos deja un buen sabor en la
boca y con frecuencia tiene adversarios menos dignos que criticarán y la
confundirán con la arrogancia, pero no, debemos ser dignos hasta para ir al baño,
dignos en nuestras relaciones y de paso al ser practicada con frecuencia nos
sirve como una inapelable herramienta para bien vivir.
Hace
dieciséis años entré a la agregaduría
militar en Washington para presentar mis credenciales al cargo al cual había sido
asignado en Norfolk, estado de Virginia aquí en los Estados Unidos y después del
postigo, se encontraba a mano izquierda una oficina con un adiposo individuo
calvo, vestido de civil que me llamó a viva voz y yo seguí como si no le
hubiese escuchado y tan solo me dije: ¡a mí nadie me llama gritado!
El
impecable Almirante que me atendió con la caballerosidad y el garbo que todos
esperamos de un oficial naval, recibió la llamada por el interno mientras conversábamos,
alguien preguntaba por mí y ¡sorpresa! Era el adiposo funcionario que de paso
era General del Ejército y antes de finalizar la conversación le dije al Señor
Almirante que yo no tenía nada que hablar con el grosero individuo y que le
rogaba me disculpara, pero eso seguramente terminaría muy mal.
Hemos visto
en el mundo, como un país todo repulsa públicamente a un Presidente, al
heredero del desastre, al corruptor en la corrupción, al hombre más incapaz que
la historia de Venezuela puede alguna vez registrar, al error histórico
abismal, al aborto de la inteligencia, al mangangá, chapucero, larvario y lambarero más
rastrero, al que entiendo, fíjense que interesante, lo entiendo y paso a explicárselo
mejor: no solo Nicolás Maduro Moros sino toda la camarilla incluyendo a los
Generales, jamás pensaron en llegar allí y como tales, con el pensamiento delincuencial
de los brutos, nada edifican, nada construyen, nada crece bajo sus pies, sus
tiempos son producto de la causalidad más inverosímil y saben por supuesto que
son finitos y por ende llegaron a saquear, sin dignidad alguna, sin prestigio
conocido ni moralidad, de manera que eso es a lo que nos enfrentamos.
¡Al menos
deberían tener un mínimo de dignidad!
esa cualidad en la que tratamos de vivir en estos dias y en la que vivimos sin ambages en nuestra època esta desaprecida en muchos funcionarios, como tales y como seres humanos, pero tenemos que tratar de ser perseverantes para traerla de nuevo a nuestra vida, en lo personal que seguramente mentenemos como bien lo describes a todo evento, hasta para alimentarnos, pero hacerla estar presente en la comunidad...saludos amigo se te aprecia...
ReplyDeletey a mi tocayo general un año menos antiguo, ex MD...siempre se caracterizo por singularidades muy particulares de su persona y de su actuar en la vida, la ùltima vez que lo vi fue en el cementerio del este en el sepelio de la mamà de un tocayo de apellido compañero de mi promociòn y primo lejano, y el hombre no ha cambiado, me relato muchas cosas interesantes de su experiencia en Los Proceres...verdades??? su conciencia se lo evaluarà...saludos Jr...
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