UN CUENTO
DE LUZ
Con
frecuencia inaudita, consigo a personas que me informan sobre su misión en la
vida y a esta altura de la edad, guardo un santo silencio para no burlarme del
misionero.
¡Es
que mi misión en la vida es ayudar a la humanidad a ser más feliz! Otros, la mía
es motivar a los desamparados, porque la mía, ¡esta si es importante!, es que a
mi alrededor todos estén muy contentos.
Resulta
y a la vez acontece que eso no es cierto, están actuando desde donde creen que
son altruistas para obtener el beneficio del comentario y venderse como desinteresados
en un mundo lleno de ellos.
Ella
leyó uno de mis libros y en la clase decidió hablar sobre el capítulo “Los
escritores”, se levantó con seguridad después de muchas horas de movimiento
cerebral, movida como todos, la observé en cada gesto y con la seguridad propia
de aquellos que descubren su misión, habló con pasión, para entender que su
trabajo no le pertenece y que su vocación está dada a las letras y me hizo
saber sobre su ensayo en esto de escribir.
Una
película que recomiendo ampliamente es “El cambio” de Wayne Dyer, desarrollando
una trama que coincide con mi actual manera de ver las cosas, al sacar esa pulsión
incontrolable de hacer algo, más por vocación, más por amor que por obligación y
allí nacen los artistas, los escritores, los músicos, esos extraños seres que
viven escondidos dentro de la masa inconforme que a la vez vive en las
ciudades, llenas de la rapidez de la comunicación y el absurdo.
A
todos les voy a decir por primera vez cual es mi misión: en primer lugar ella
no existe como tal, porque mis días se llenan de diferentes misiones, pero la
principal misión que abordo con profunda vocación es divertirme, es estar
alegre, es disfrutar de las grandes cosas que normalmente son gratis y todas,
absolutamente todas las prenombradas son en soledad, porque la vida, o por lo
menos la mía, es una fiesta y el que desee venir está cordialmente invitado.
Luz
nos dejó saber sobre su muy profunda intención de abordar la escritura y hacer
su primer libro de cuentos, también quiere hacer una novela, al final lo que
desea es entregarse al placer lúdico, narcotizante, de poner en correcta formación
el código de veintiocho letras para hacer de su vida la fiesta que nos
merecemos.
Me
mandó ese cuento que guardó por años y que solo conocían sus nietos, cuando
debutó como abuela y el dinosaurio Dino, no era malo, al contrario, era amigo
de los niños y aunque me cautivan los cuentos de Borges y Hemingway, nunca
pensé en leer un cuento de luz como el que mi avanzada alumna me mandó buscando
adrede mi opinión. Pues aquí la tienes mi querida Luz, porque el escribir es
una de las prácticas más sublimes que llenará tu vida del dulzor de la admiración
y lo agrio de la envidia, de aquellos menos valientes que no poseen la solidez para
desnudarse frente al papel.
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