SEIS VUELTAS A LA TIERRA

SEIS VUELTAS A LA TIERRA

            Yo sabía que pasaría. A esta hora me llamó mi Madre para decírmelo. Eran las cinco de la mañana: “eres la primera persona a la que llamo, ¡tu Papá acaba de fallecer!”     Tuve que sentarme porque me di cuenta que no soy tan recio como tal vez parezco. No pude articular palabra, pero  ¡yo sabía que pasaría!

            Lo primero que recordé fue nuestra última conversación cuando le pregunté por teléfono: ¿Papá y cuando vienes a Miami a visitarme? Y ese silencio me aterró cuando me dijo: “Hijo, las cosas han cambiado mucho” y en ese momento pasé a engrosar las filas de los huérfanos.

            No se tiene edad para la orfandad, créanme que no.

            Han pasado seis vueltas del planeta sobre su propio eje, los indios lo calculaban por lunas, otros por ortos y ocasos, meridianas y minutos de arco, por solsticios y equinoccios, pero aquí lo hacemos de acuerdo al calendario Gregoriano que sustituyó al Juliano que tenía algunos problemillas matemáticos de poca exactitud.

            La eternidad es ahora de él, siempre lo fue, como le sucede a todos los poetas y escritores y me levantó su ausencia a las tres de la mañana,  ¡siempre en la madrugada! y toqué sus libros, donde su personalidad se refleja para envidia de los seductores más experimentados.

            Seis largos años de recordarle y honrarle y he debido de decirle más veces cuanto le amo y admiro, siempre tendré esa deuda, porque era impagable.

            Este juglar que me formó le escribió con maestría a los valores humanos, a los amigos, a su gran inspiración, su esposa, por supuesto a la familia, al paisaje marino que siempre le inspiró, a otras féminas y a los más extraños parajes del mundo, todo ello reflejado en su obra póstuma ”Diuturna enfermedad de la esperanza”

            Hoy no es un día fácil, claro que no, porque somos un gran ejército de huérfanos, somos muchos, todos a los que él influyó y moldeó desde las aulas con el uso de la espada afilada de su palabra, con el acero templado de su inteligencia y talento sin medida humana alguna, son muchas las letras en cincuenta y nueve libros publicados, son muchos los estilos en la novela, el ensayo, la poesía, el cuento, la historia, ¡son muchos…muchos!

            Un trago con él era una clase divertida, era una obra de teatro, llena del histrionismo que tal vez tenga la sabiduría cuando somos sabios y se nos mete dentro, esa sabiduría oceánica, del tamaño tal vez del ábside planetario y creen que exagero, estoy seguro, pero no, no es así. Todos los que lo conocieron pueden dar fe de lo que digo, mientras espero mi hora infinita, recuerdo con dolor esta hora terrenal en que nunca más le vi, pero es que han pasado tan solo seis vueltas en el planeta en que ya no vive, porque ahora mora en la infinitud del recuerdo que no pasa, jamás pasará para poder honrarle y amarle.

            Seis vueltas no son nada para él que vivió con intensidad, la profunda vida del escritor. Paz a su alma buena.