Wednesday, September 2, 2015

EL AVIÓN CAYENDO


            EL AVIÓN CAYENDO

            Sentado cómodamente en su butaca, que dada hacia atrás le resultaba aún más placentera, aquella pequeña almohadilla blanca y blanda de la que fue dotado por el sobrecargo y la cobija azul que le aislaba del frío del aire acondicionado.

            Volando a lo que él creía, de acuerdo a lo reportado por el Capitán, unos treinta y cinco mil pies, sobre el desconocido y oscuro Océano, el silencio y la media luz, le hicieron entrar en un profundo sueno amable, tranquilo, placentero.

            Él nunca supo cuánto tiempo durmió, así pasa cuando descansamos realmente, perdemos toda noción del tiempo y el espacio y de repente, de la manera más abrupta y abusadora en la que se le puede despertar a una persona de bien, algo comenzó a moverse, a temblar y no se dejaron esperar los gritos de los otros. Se incorporó inmediatamente y se dio cuenta que la puerta de la cabina del piloto, que normalmente se le da, desde la tragedia del once de Septiembre, un tratamiento de caja fuerte, estaba abierta y batía de acuerdo a como el avión se movía. Aclaró sus ojos dormitados, afinó sus pupilas para ver mejor y se percató que no había nadie dentro. El avión volaba sin pilotos ni tripulación y su corazón comenzó desorbitado a latir de la manera más intensa que jamás lo había hecho.

            Se aproximó a la puerta, el ambiente seguía a media luz y un inmenso tablero de pequeñas luces indicadoras titilaba, una alarma sonora pi…pi…pi aturdía. Vio por el parabrisas y todo era una inmensa e insalvable oscuridad y el pánico se apoderó de él, le paralizó, le disminuyó y entendió que la muerte estaba cerca, mientras los otros gritaban y se sentían las gravedades en el horripilante descenso.
            Corrió hacia la parte de atrás, entre las dos filas de asientos y a mitad de camino se detuvo, por no saber que buscaba. Se escuchaban las plegarias, oraciones y maldiciones. La desesperación se había apoderado de todo el avión y todo por  ¿no tener pilotos?... ¡Que importantes son los pilotos! Pensó,  ¡nos salvarían la vida!

            Intentó preguntar a gritos, si entre los pasajeros había algún piloto y no pudo y desistió, porque de haberlo ya habría tomado el control del desastre.

            Estábamos todos plácidamente dormidos, en nuestras butacas, con la almohada blanca y arropados en la comodidad de la democracia y el bienestar y el avión volaba seguro al destino que todos queríamos y por el que habíamos pagado y el nuevo piloto, con confianza, con un buen discurso, nos aseguró, que el viaje sería normal y confiaron algunos en él y le dejaron manejar el avión y al despertar entendieron que no era piloto, pero que le gustaba la aviación (que son dos cosas muy distintas) mientras tanto, el avión va cayendo y el piloto huyó, las azafatas desaparecieron, el sobrecargo creo que está escondido y las oraciones funcionan pero no tan rápido. Es lamentable que este gran aparato se destruya porque el piloto es un traidor, pero verdad,  ¡él no era piloto!  ¡Fue un improvisado!

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