LA TRAMPA DE LA NOSTALGIA

LA TRAMPA DE LA NOSTALGIA

             ¡Es que fueron muchos años!  ¡Es que fue más de la mitad de mi vida!

            Puedo recordar con exactitud cada maniobra, cada golpe de viento, cada instrucción y es que al menos trece de estos días los pasé en Puerto Rico, me refiero al día de la Armada. Trece diferentes años estaba operando con la US Navy, en las operaciones Unitas y siempre para esta fecha de Julio.

             Éramos muy orgullosos de medirnos con los mejores a igualdad de condiciones intelectuales y operativas, en otro idioma, con otro entrenamiento (más tropical), pero con absoluta convicción de pertenecer a una de las organizaciones de mayor prestigio.

            Yo puedo seguir llorando y recordando como los tontos, los tiempos que no volverán, pero la verdad es que a punta de palos, he aprendido que no tiene sentido alimentarse de quimeras.

            En su libro “Sea el número uno” el autor Robert Ringer cita esta trampa de la nostalgia como el “obstáculo de la realidad” y es que podemos seguir viviendo en el pasado, podemos inclusive mentir sobre él y darle mayor gusto a nuestros oyentes, pero eso sería seguir viendo hacia atrás sin la más mínima posibilidad de avanzar, porque nadie físicamente podrá caminar con visión contraria.

            Hoy es el día de la Armada de Venezuela, aniversario del nacimiento de Simón Bolívar “El Libertador” (1783-1830) y día de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y no sé qué me pasa, pero no siento ninguna nostalgia, creo profesionalmente que es un día más de trabajo, sobre todo para aquellos que aún permanecen en lo que queda de la organización y que no deberían perder el tiempo en actos improductivos, en actividades mortuorias y poco atractivas para las personas que con sus impuestos pagan sus sueldos y que se sienten desprotegidos y defraudados. Para un Estado que a la vez paga la corrupción de sus jefes y no pasa nada, excepto recordar las epopeyas que no les pertenecen y que no honran a los que sacrificaron sus vidas.

            Hoy es un día donde los de antes, como si fuéramos antepasados insepultos, recordamos nuestros valores y creencias, pero creo que no debemos olvidar que los individuos actuales fueron mal formados por nosotros, de manera que alguna culpa debemos tener en esta ecuación de la ineficiencia.

            Algo ha fallado en los procesos educativos de los marinos cuando todavía algunos aplauden la varada y la ruptura de los ejes y propelas de la Nación, contra las piedras de los más bajos y subalternos sentimientos.

            A mis viejos amigos y colegas, que ya son amigos viejos, les recomiendo que no caigan en la trampa de la nostalgia que solo les lleva a la depresión y la angustia, cuando los deprimidos y angustiados deben ser los que ahora ordenan ese rumbo de colisión hacia el desastre.

            Mi mejor recomendación es recordar a la Armada como ese viejo amor de mar, por aquello que Andrés Eloy Blanco escribió: “Es la mar donde mejor se quiere/ es la mar donde mejor te quise/ al amor como al mar no hay quien lo alise/ ni a la mar como al amor, quien lo modere".