Wednesday, April 29, 2015

LA VÍA LACTEA


LA VÍA LACTEA

                A Carmen le tocó buscarme para llevarme al canal donde sacaríamos los trapos rojos de los venezolanos saqueadores de Petróleos de Venezuela. Su inmensa pero moderna camioneta, parece más bien su casa. En ella pasa al menos ocho horas al día, buscando y llevando a individuos como yo, recupera cheques de publicidad y extrañamente aún tiene buen humor.

                Nos sobrepasa un abusador que casi nos choca y no pude menos que asegurar junto a una maldición, que el infractor agresivo seguramente es “de Caracas “y ella agregó, pero de padres cubanos y la carcajada no se hizo esperar.
 
                El sexo comienza con una conversación y termina con una conversación, de manera que la penetración fálica es una circunstancia que se encuentra en alguna parte entre los dos extremos. Es sexo y por ende sabroso si es clandestino, ilegal, pechado socialmente, reprobado por la inmensa sociedad mojigata.

                El caso del amor posee un cariz sublime, placentero, lleno de paz y sobre todo con visión de futuro, de almas unidas en el sentimiento que ha movido la humanidad y que es más fuerte que la energía nuclear y puede y a mi juicio debe tener sexo.

                Íbamos Carmen y yo por Okeechobee Road y me percato de la inmensa cantidad de moteles de todo tipo diseñados especialmente para ese clandestino intercambio de fluidos sin amor. Puertas extrañas donde de manera automática su vehículo queda a buen resguardo de los mirones. Taquillas que son una suerte de drive thru donde el dispensador de la habitación está un poco más alto que la ventana del conductor a manera de no ver a la pecadora acompañante y contamos once diferentes moteles, de todo tipo, colores y seguramente precios y comodidades.

                En maquillaje estaban ellas, mis amigas a quienes les conté lo de los once moteles y todas infirieron que los recorrí uno por uno en compañía de Carmen, quien es una respetable señora mayor que yo,  ¡que es mucho decir! Pero a esta altura de la vida me da lo mismo lo que piense cualquier persona, inclusive Usted amigo/a lector.

                El recorrido fue divertido, contar moteles jamás había sido una de mis diversiones, pero al final junto a mi amiga Carmen llegamos a la conclusión de que el Alcalde de Miami Dade debería cambiar el nombre de la pecadora calle Okeechobee por la de la “VIA LACTEA”

 

 

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