LA CURVA DE GAMALIEL
Cuidado
con esa curva, gritó el copiloto crispado del miedo.
Este fenómeno óptico físico es
relativo a lo siguiente: ‘’ La óptica física es aquella que considera la luz
como una onda propagándose en el espacio. Es la rama de la óptica que más fiel
se mantiene a los principios y razonamientos de la física, echando mano a
conocimientos previos como las Ecuaciones de Maxwell, por citar un ejemplo
importante.
De
esa manera, se preocupa por fenómenos físicos como la interferencia,
polarización o difracción. Además, propone modelos predictivos para saber cómo
se comportará la luz ante determinadas situaciones o en determinados medios’’.
De
acuerdo con mi memoria de ese día de tragos, estimo que eran las nueve y media
de la noche en el South West. Seamos honestos, porque nadie estará pendiente de
la hora luego de un almuerzo de mangas largas, de conversación sin fin, de risa
desternillante, de memorias sobre sucesos jamás ocurridos, de colonias y
fragancias comunes o no, nadie en su sano juicio o tal vez en su escaso y etílico
juicio, estaría pendiente de la hora ¿para qué? Si nadie quería que la noche
terminase.
Gamaliel,
el del fenómeno óptico, es un nombre de origen hebreo, que traduce al de Cervantes,
de acuerdo con una escasa investigación sin importancia, si, traduce: ‘’La
recompensa de Dios’’ y nada más alejado de las escrituras que mi amigo, el
del fenómeno óptico físico.
Aunque
es un rezandero de permanente oración, hermano de Emaús, asistente disciplinado
a los oficios religiosos católicos, férreo en su fe, profesional de la mar,
conocedor del mundo, tanto que hasta me ha traído una moneda de Tailandia donde
moró muchos meses, intentando evangelizarlos sin ningún resultado. Hombre
afable, de buen hablar e inteligencia superior, bebedor con mesura extrema
rayana al pecado, centrado, optimista, estudioso y amante esposo leal, es el
candidato perfecto para casarlo con nuestra hermana solterona, hubiese sido el
cuñado que todos queremos, para esa amargada hermana un poco izquierdosa y de
mal carácter, maltratadora y le hubiésemos visto cargando su cruz porque la
cosa es hasta que la muerte los separe, pero llegó la Mariela de Carmen y se lo
ha llevado y bien lejos.
Tomamos
un trago, dos tragos y tres y luego un elefante se balanceaba sobre la tela de
una araña y ocurrió lo peor.
-Si
saben cómo soy, ¿para qué me invitan?, preguntó con una suerte de blue jean en
su boca que lo hacía modular con dificultad.
La
cosa es, mis queridos, que nadie sabía que él era así, incluyendo la Mariela
del Carmen. Era un poco aburrido, pero ahora luego de esos tragos ya no tenemos
dudas que nos gusta más el licorado y amable Gamaliel, el que ve curvas en las
rectas, el de la alerta blanca en casa, el de la personalidad sólida que por la
edad ya poco le importa nada, el del dolor dorsal desaparecido bajo los
efluvios del whisky de 15 años de añejamiento, si, este es muy superior al
rezandero.
Ciertamente,
su amistad ha sido una recompensa de Dios.
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